Sapiencia y mortalidad
Estoy cansado, ya no deseo este peso, ni los abrazos desdeñosos del amor, porque parecieran hechos de penas.
Que no descienda la dicha, esa que todos dicen existe, porque mi cántaro está lleno y en su fortuna se ahoga mi vida.
Debo extinguirte de mi sangre, mis brazos, mi piel, mi lengua y mi tacto, tengo que desprenderte para que vivir no cueste, y sea yo como un árbol florido que muere.
Del mundo lo bueno me resultaste, voluntad innata viviente, mientras golpetea el pecho cuanto mas cerca está la muerte.
Menguare entre ocres, blancos infinitos y la oscuridad mas opaca, ya que lo que carga el hombre busca venganza.
Estoy cansado, pero vivo, hasta que no sea mas y tu te quedes con lo bonito, la idea que comprende su inmortalidad.
A. Collante