jueves, 30 de diciembre de 2010

Niños perdidos _ 31 de diciembre de 2010

Niños perdidos _ 31 de diciembre de 2010


Ser un niño sin tiempo
Un niño perdido
Sobre volando el sueño
Y los paisajes hermosos
Aventurados y vivos
Sin temores de adultos
Para siempre por siempre
Para nunca jamás.


A. Collante


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Sin menciones _ 30 de diciembre de 2010

Sin menciones _ 30 de diciembre de 2010


Con paciencia doliente
Sobre trazadas historias
La memoria te adora
Como la arena al mar
Y entre tanto mal
Tu amor me es primero
Igual que un espejo
Igual que tú amar

Estuve entre mareas
Las del tiempo y los hombres
Solo y con reproches
Y equivocaciones varias
Entre ellas las distancias
Las que dejamos crecer
Sin volvernos uno solo
Sin volvernos a ver


A. Collante


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martes, 28 de diciembre de 2010

Carta I _ 28 de diciembre de 2010

Carta I _ 28 de diciembre de 2010


Te leo nuevamente, me extrañas
Esa carta lenta y viva se quema
Con rabia y lágrimas mis ojos leen.

Es menester nuestro deseo
Lo imposible que siempre es mejor
A las realidades y el sentido humano.

La distancia impuesta es necesaria
Las vidas ajenas una prueba de fe
Fe en que el amor nos sea esquivo para vivir.

Mi mundo sigue conmovido
Cada fibra y pálpito en su centro
Mi deseo tu deseo y mi vida tu vida.

Que cosas, que palabras, tu boca guardan
Que ultima defensa se sostiene
Si hemos sido y hoy nos hiere.

Guardaré en mis adentros ese amor
El mismo que me hiere y muerde
Y te dejaré pensarme y pensarte.


A. Collante

lunes, 27 de diciembre de 2010

Estrella caída _ 27 de diciembre de 2010

Estrella caída _ 27 de diciembre de 2010


Voy a quemarme como una estrella
Brillando como un sol hermoso
Altanero y lejano en estrépito
Mientras caigo moribundo
Voy a desoír tus tonterías
La forma en que sufres y sufro
Porque brillo solo una noche
Un día y se termina
No perderé el tiempo en buscarte
No regresaré las paciencias ni el llanto
Ni las cosas bellas que dejaste
Olvidadas, adrede, o en demasía
Como las cosas que deseaste
Y que en mí ya nadie quita
No te devolveré el amor ni tus susurros
Ni el tacto ni mis días.


A. Collante

Poema 4 _ 27 de diciembre de 2010

Poema 4 _ 27 de diciembre de 2010


Reduciré el pensamiento, ocultaré mi viveza
Me comportaré diligente hasta perder la conciencia
Para que la tumba me encuentro y yo no me de cuenta

Pasearé los días cuando otras manos me sostenían
Devotamente y esperando el coraje que supe tener
Y desearé volver para nunca más partir hacia mi hoy

Dejaré que me pronuncies con los dientes apretados
En silencio para que nadie oiga lo que tú mente grita
Y vivirás feliz, al menos un tiempo, mientras muero.


A. Collante


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Poema 3 _ 27 de diciembre de 2010

Poema 3 _ 27 de diciembre de 2010


En las horas de contemplación diviso leja tu estancia
Y la memoria se vuelve un trasto inservible lleno de incertidumbre
Porque el mundo continúa y vaga como por arte del vacío en que flota
Con las almas que transporta como frágil arca de especies
Ninguna de estas cosas me es necesaria o sublime
Como sostener tu sortilegio, tu caricia, entre mis dientes
Apretados por mala saña y devota perdición
Entre el rumor de una herida que lleva por nombre corazón.


A. Collante


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Rumor de mar _ 27 de diciembre de 2010

Rumor de mar _ 27 de diciembre de 2010


Hoy tengo un ansia larga, un rumor
Una necesidad de mar embravecido
Un hambre de arena mojada en los pies
Un beso profundo, largo, inadvertido  

Cada parte mía reclamando
Y cada reclamo mío un llanto
Hoy necesito el leguaje del caracol
Las piedras pequeñas en rodado canto

El rumor  de lo magnifico
La vitalidad en la sales del agua
Para curar la heridas del pecho
Que desangran negras tintas y se amarga


A. Collante

domingo, 26 de diciembre de 2010

Poema 2 _ 27 de diciembre de 2010

Poema 2 _ 27 de diciembre de 2010


Como entender un corazón atado a su entrega
A veces tan cierto y vivo, otras tan desconcertante
Un engaño en su palabra a nuestro entendimiento
Cuando ya te has enamorado sin quererlo

Cuanto capricho derrama sobre los sentimientos
Sobre cada molécula de nuestras voluntades
Quiero entender su naturaleza y conseguir una tregua
Pero el dolor, su dolor, me ha generado un mal


A. Collante


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Poema 1 _ 27 de diciembre de 2010

Poema 1 _ 27 de diciembre de 2010


Como un vestido pobre, olvidado, haces de tu juventud el momento más bello, sin prestar atención a lo frágil que somos en el tiempo.
Cuando el tiempo te rebase, y te observe desde muy adelante, como escapado entre montañas, descubrirás que ya exhalas el último aire.
Todos esos momentos se mantendrán un lapso, hasta que aquello, solo sea un rumor y tus huesos un monumento sin nombre para los nuevos.


A. Collante


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Atadura _ 27 de diciembre de 2010

Atadura _ 27 de diciembre de 2010


Tu belleza, como la vida, está atada a la ruina
Y cada intento por desconocer esta verdad te atonta
Despabilar la vista, mirar mas allá, se torna necesario
Para comprender que amarás mientras podamos
Desgranando los cuerpos que lentamente caen y se alejan.
Es un mesurado, una puesta en escena, un fragmento
Cada parte de mi cariño arrojado a las carroñeras sombras
Que te he amado pero no deshacemos la distancia.
Y mi llamado muere en gritos desde un barranco.


A. Collante


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Sin fin _ 26 de diciembre de 2010

Sin fin _ 26 de diciembre de 2010

En ti la rosa de la vida florece imperecedera
Al igual que las brumas de las mañanas en los días
Como el rocío o las puestas del sol de septiembre
A mis ojos tu sonrisa me asemeja un brillante
Una piedra preciosa, un manantial en el desierto
Igual que el amor de tu tacto mi absolución y dicha
Moriría por ti feliz, todos los días, hasta el ocaso
Dispuesto al encanto de la muerte si ella te mantiene junto a mí
Ningún sacrificio es fútil, y mi amor hacia ti, inacabable.


A. Collante


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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Materiales del pecho _ 22 de diciembre de 2010

Materiales del pecho _ 22 de diciembre de 2010


Los maleables materiales del pecho
No reconocen credo, raza o color
Se impone el sentimiento ante todo
Lo moral e inmoral allí se toman la mano
Cuando quema el fuego en sus hogueras
La carne no resiste ni espera en llanto
Nada es imposible ni maligno
Tomaremos así el horizonte con las manos


A. Collante


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La forja de la pena _ 22 de diciembre de 2010

La forja de la pena _ 22 de diciembre de 2010


Arde con forma de puño mi corazón desgarrado
Igual a los rotos sentimientos con los que el suelo baño
Amargada saliva se degusta sobre cada extenso palmo
Ni la miel ni el vino pueden sobrepasar su daño

A tu paso ruinas pedregosas indican muertos sueños
Y esa mirada que no concibo de otra forma me aplasta
Un instinto demasiado sereno para la rabia forjada
La calma se aloja con ánimo forjado en tiempo y lagrima

Esta es la forja de la pena viva que cargo
Entre esta vera de aires con dueño y nombre
Quema cada palabra en la lengua dominada
Con pena expresada en amarga calma a distancia.


A. Collante


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Sin juegos _ 22 de diciembre de 2010

Sin juegos _ 22 de diciembre de 2010


Basta de juegos, del boludeo,
De la tontería, Viví o seguí simulando.
No cuentan banderas, ni moldes,
La estupidez de la postura, el glamour.
Quiero un momento real, vital,
Un instante genuino que trascienda.
La histeria, el parloteo, el juego cínico
Nada de ello me es útil.
Prefiero lo real, el pálpito,
La sangre brava recorriendo.
Los sentimientos y la locura viva
No perder el tiempo en nimiedades.
Ya no hay blancos ni negros
Lo correcto o incorrecto.
Tomar al toro por las astas
Una victoria del cuerpo, el alma.


A. Collante


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martes, 21 de diciembre de 2010

Este Día _21 de diciembre de 2010

Este Día _21 de diciembre de 2010


Vuelvo pensando con la mente excitada
Me agito como si estuviera escapando
Las manos buscan en bolsillos eternos
Mientras el pecho con placer me da tumbos
Ya no imagino una tortura perfecta
Estar tan lejos del preciado tesoro
Mejor me escapo por un rato a la calle
A ver en cuanto dejo de repensarte
Estoy perdido entre varios dilemas
La gota fría me recuerda una fiera
El fuego quema como un corazón nuevo
Que se delata en cada cosa que digo


A. Collante


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Vino Tinto _ 21 de diciembre de 2010

Vino Tinto _ 21 de diciembre de 2010


Destapo un vino, dulce, tinto
En su robustez me hundo, igual que una piedra
La cara caliente, como el músculo en mi pecho
Imagino como loco ese mundo lejano, tuyo.
Maravillado quizás en como el tiempo nos juega
Nos hace títeres de la melancolía, de la cosa nuestra
Sin que pretendamos más que ser felices, a pesar de todo
Del tiempo, de la distancia, de nuestro entorno.
Bebo esperando un cambio, una sensación parecida
Un milagro indiscriminado que te arranque hacia aquí
Para destruir este sueño en el cual duermo
Y ser honesto una vez más, al elegir, al amar, al vivir.


A. Collante

Para vos _ 21 de diciembre de 2010

Para vos _ 21 de diciembre de 2010


Sos mi lugar, mi lecho,
Mi descanso y mi lucha,
Sos mi hogar, donde quiero estar.

Cada palabra es un puñal,
Me resultas un veneno,
Muero por vos, por nosotros.

Ahora que te respiro
Que te alcanzo en la distancia
Lamento, orgulloso, el tiempo.

Y aguardo el arte que te traiga
Que te acerque hasta aquí
Hasta mí, hasta nosotros.


A. Collante

lunes, 20 de diciembre de 2010

Imagino _ 20 de diciembre de 2010

Imagino _ 20 de diciembre de 2010


Alegría en los pies, las manos, el rostro
Gusto de los sentidos y el tacto vivo
Con el corazón en las manos viajo
Para dártelo a ti entre todas entre tantas
El suelo no existe y tironea de mi el paso
No detengo ni escatimo ya mi pecho
Reavivando el fuego donde ya no había
Y sin embargo, solo, imagino.


A. Collante

De nuevo _ 20 de diciembre de 2010

De nuevo _ 20 de diciembre de 2010


Cierro los ojos y tu cara viene
La mirada intensa como un abismo
Las manos frágiles y blancas
Me sobreviene el fuego
Ya no imagino sino es memoria
Siento el gusto en los labios
Como un recuerdo cruel que me sigue
Siento la tormenta en la distancia
Cierro los ojos y los días regresan
Las corridas en la lluvia y la risa
Ese beso que no debiste darme
La sensación de encontrarme en casa
Ya no imagino sino ha sido cierto
Cada piel y su goce entre brazas
Y respiro vivo y memorioso
Anhelando equivocarme de nuevo.


A. Collante

Manos _20 de diciembre de 2010

Manos _20 de diciembre de 2010


Veo mis manos y ellas hablan
La forma en que aman y luchan
El cansancio y los ánimos que llevan
Definen el resto de su cuerpo

Aquí, en la corona de su mundo
Las ideas no maduran con presteza
Pero en cada impulso bello se descubre
En los retazos de su memoria


A. Collante

Alegoría y visión _ 20 de diciembre de 2010

Alegoría y visión _ 20 de diciembre de 2010


Vuelo entre paredes y mi estupidez
El cielo raso juega a caer con fuego
Restos mortales como en un vaivén
Las velas tiemblan y la luna estalla

Mis manos tiemblan mientras muere la escena
Los ojos fijos ya no tienen respuesta
Mantengo el aire cuando abre su boca
No quiero verme atrapado en sus redes

Debo beber la cruel razón que vulnera
Para entender como fue que despegamos
Primero en alto rayo cae en picada
Estalla el pecho y mi amor dispara.


A. Collante

Cuando dice _ 20 de diciembre de 2010

Cuando dice _ 20 de diciembre de 2010


Cuando dice adiós es como una bienvenida
Una sensación ingrata para quien no escatima pecho
Pero lo cierto es que a este juego caro son los sentimientos
De modo que no moriré en el intento de razonarnos

Viajare impiadoso con el aire fresco en mis plumas
Y seguramente marginaras desde tu postura doliente
Pero ten por seguro que tus valías nunca te justifican
Y en cada paso de tu error repetirás hasta cicatrizar.


A. Collante


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Hiel _ 20 de diciembre de 2010

Hiel _ 20 de diciembre de 2010


Navego entre recuerdos
Las voces suenan bellas
Cada corazón será un dolor

Risas en el fondo
Nieblas en la noche
Mares con gusto a su sal

Muerdo los impulsos
Siento vivo el pecho
Vuelvo a concebir tu piel

Muere nuestra luna
Estallará en tus ojos
Nuestro adiós es mal de hiel.


A. Collante


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Alegoría y visión _ 20 de diciembre de 2010

Alegoría y visión _ 20 de diciembre de 2010


Vuelo entre paredes y mi estupidez
El cielo raso juega a caer con fuego
Restos mortales como en un vaivén
Las velas tiemblan y la luna estalla

Mis manos tiemblan mientras muere la escena
Los ojos fijos ya no tienen respuesta
Mantengo el aire cuando abre su boca
No quiero verme atrapado en sus redes

Debo beber la cruel razón que vulnera
Para entender como fue que despegamos
Primero en alto rayo cae en picada
Estalla el pecho y mi amor dispara.


A. Collante

domingo, 19 de diciembre de 2010

Amordazar _ 19 de diciembre de 2010

Amordazar _ 19 de diciembre de 2010


Tentación, fabula
Alegoría y exclamación
Bravo sentimiento
Quema bajo la superficie
Los temblores del pecho
Trascienden la palabra
Y en el preciso instante
Los labios la amordazan


A. Collante


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La inercia de las manos _ 19 de diciembre de 2010

La inercia de las manos _ 19 de diciembre de 2010


Hoy no siento nada
Inercia en las manos
Sobre el contorno de las cosas
La mirada arrastro

No hay corazón
No hay llanto
Cada segundo descubierto
Una expresión al fango

Transito sin modalidades
Entre mi costa y tu costa
Vigilante de la nada
Por la nada de la nada

Cargando la existencia
La indiferencia de la respiración
Extenuando los músculos
Que duelen pero no sienten

Hoy no hay nada
No hay ímpetu, afán
Solo silencio, acritud
Un espacio, un lapso.


A. Collante


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sábado, 18 de diciembre de 2010

Caminata _ 18 de diciembre de 2010

Caminata _ 18 de diciembre de 2010


Sujetan mis manos tus manos
Entre las piedras y el murmullo
Sobre las vivas olas de tiempo
Como un monumento eterno
Amarillos fuegos sobre el frío
Y las miradas extraviadas
Pasos indecisos pero vivos
Por que tú respiras y respiro


A. Collante


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Como no decirlo _ 14 de diciembre de 2010

Como no decirlo _ 14 de diciembre de 2010


Como no amarte si no te conozco
Si no concibo aún que tienes adentro
Si tu mirada penetra como un cuchillo
Y tus manos me acarician como un susurro

Como no amarte desde que nos vimos
Desde ese momento temible, belicoso
Donde todos los fosos se abren a la diestra
Y lo único me sostiene es tu aliento y risa

Como no amarte lejanía mía
Aun después de transcurrido
Aun después de los martirios
Y los adioses tácitos

Como no hacerlo durante este tiempo
Si me resultas lo bonito, lo bello
Cuando respiro y descubro tu nombre
Exudado como una lagrima.


A. Collante


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Tal vez iguales _ 16 de diciembre de 2010

Tal vez iguales _ 16 de diciembre de 2010


Quizás seamos igual
Un tanto parecidos
Como de la misma materia
Que circula el pensamiento
Atados a la búsqueda
A no encontrarnos en los otros
Como esquivos azares
En caminos distintos
En alguna parte estamos
Sobre los senderos vitales
Entre los periodos hermosos
De la vida y sus males
Quizás seamos iguales
Como dos gotas de agua
Enredados en la tormenta y confundidos
Como una lagrima en la mar


A. Collante

Serpientes _ 16 de diciembre de 2010

Serpientes _ 16 de diciembre de 2010


Entre serpientes
A sabiendas
No conocerán el amor
Pero si como escapar
Perpetuando la cicatriz
Esa forma ingrata
Aquello que naturalmente
No reconoce su malicia
Continuará repitiendo
Hasta alcanzar su gloria
Su apogeo entre ruinas
Hasta saber.


A. Collante

Entre limites _ 16 de diciembre de 2010

Entre limites _ 16 de diciembre de 2010


Cada cosa que decimos
Esa palabra que escapa
En todo sentido abruma
Lo sentido y vivido
Vientre mesurado y vivo
Incógnita sobre el estuario
Como un rocío fino y lento
Sobre las cosas y el paso
Murmullo silente sobre los labios
Felicidad en nuestros rostros unidos
Igual que una sola forma
Un fuego que borra los limites del horizonte.


A. Collante

Prometidos para siempre _ 16 de diciembre de 2010

Prometidos para siempre _ 16 de diciembre de 2010


Basta de lamentos, ruinas
De vuelos bajos y tumbas
La memoria y el espíritu desean
Anhelan un cambio vivo
Alejemos la sensación de vacío
El espacio entre esta costa y la tuya
Por un instante de tiempo imaginemos
Sin miramientos ni dagas
Como prometidos para siempre.


A. Collante

viernes, 17 de diciembre de 2010

Pecho _ 17 de diciembre de 2010

Pecho _ 17 de diciembre de 2010


Dulzura danzante remoto entre sueños
Cual espejo de plata y mares desiertos
Brava ola rompe como trueno entre rocas
Igual que tu rostro lleno de amor
En tu beso apretujado la memoria resiste
Se devanea pensante con la mirada perdida
Buscando dirección un destino entre ruinas
Que asemejan ya un pecho hendido.


A. Collante

jueves, 16 de diciembre de 2010

Lienzo _ 17 de diciembre de 2010

Lienzo _ 17 de diciembre de 2010


A cada noche un suspiro
En cada gozo un martirio
Quiero tenerte cerca como el agua
Para evocarte, sincerarme
Tengo sed y memoria
Hastío de gentíos
No quiero alegrías ni vino
Si tú, mi alimento, me faltas.
Mal herido vivo
Transito entre penurias
Y desangro negra tinta
Como en tu lienzo memorias


A. Collante

martes, 14 de diciembre de 2010

Sueño bello _14 de diciembre de 2010

Sueño bello _14 de diciembre de 2010


Bello sueño desplegado
Sobre sabanas y aire fresco
Al calor de los espasmos
Se desenvuelve el sueño
Un deseo fortuito
Esa mirada ansiosa
Cada segundo transcurrido
Una memoria agota
Bello sueño constituido
De deseos y caprichos
Cada tiempo despertando
Cada silencio dormido
Entre líneas y martirios
Sufro gota a gota
Casi siempre entre dormido
En cada rasgo su hora.


A. Collante


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Transcurrido _ 14 de diciembre de 2010

Transcurrido _ 14 de diciembre de 2010


Ajenos como un suspiro en la brisa
Una maroma de hojas secas
Igual que un primer beso lento y dulce

Apropiados frente al mundo que transcurre
Que observa atontado aquel despliegue
Y sonríe y pasa anhelante frente a nosotros

Nos quitaremos el aliento
Nos despojamos de la vergüenza
Entregados el uno al otro

Ajenos a las tormentas distantes
A los compañeros leales
Seremos un momento, un suspiro, un gozo.


A. Collante


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Que sea _14 de diciembre de 2010

Que sea _14 de diciembre de 2010


Ya estuvo suficiente
Nombrarte duele por nada
Suficiente del amor
Y sus concejos oigo

Basta del estanco
Para qué viajar sobre la pena
Es suficiente lo vivido
Y necesario lo venidero

No retrasaré la vida
Tampoco retrasaré el llanto
Todo en justa medida nos entereza
Para no perdernos de nada

Seamos aquéllo bonito
Aquéllo olvidado
Que sea lo que viene bello
Y que amargo sea lo amargo


A. Collante


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lunes, 13 de diciembre de 2010

A la vera del mar _ 10 de diciembre de 2010

A la vera del mar _ 10 de diciembre de 2010


Estuve un tiempo entre sombras
Una temporada mala sin brisa
Soy una barca sin remos ni vela
Una gaviota que muere en la mar

Las heridas fueron cauterizadas
Los ánimos calmados en su nostalgia
Y entre tanta calma solitaria
La memoria hecha raíces

Hace tiempo que ya no busco
Un corto periodo desde ayer
El sabor de los días se trunca
Con vaivenes de aquella voz

Que paciencia me detiene
Cuando la ansias maltrechas
Rinden su brebaje incitante
Entre música, pan y vino.


A. Collante


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Dos que no serán _ 11 de diciembre de 2010

Dos que no serán _ 11 de diciembre de 2010


Una vez me preguntaste
Con aquella mirada franca
¿Por qué los que se aman no pueden estar juntos?

Esta pregunta me ha seguido por mucho
Cada tanto que el amor duele
Y aun hoy, no puedo responderla sin titubeo

Puedo decirte si, a pesar del tiempo pasado
Que el amor sobrevive y se perpetúa
Y nos renueva cada vez que nos mata

No sé porqué los que se aman no pueden estar juntos
Y aunque no lo creas, aunque no me escuches
Hoy día, agradezco las lágrimas que nos deja.


A. Collante

Aún ahí _11 de diciembre de 2010

Aún ahí _11 de diciembre de 2010


Tan tímida a veces su cara blanca asoma
Entre nubarrones oscuros y paños salpicados
Me sonríe en el pecho cuando nada lo hace
Y me llena, aunque su marea, me reciente.

Presiento una culminante caricia
Una que viene desde la nuca
Desde una memoria reciente y no
De amor, lujuria y guerra

A veces un tiempo y otras no
Mueve las poleas que sostienen el puño que es mi pálpito
Como una especie de sinceramiento
Como un adiós a sabiendas de lo imposible.


A. Collante

Un pensamiento _ 11 de diciembre de 2010

Un pensamiento _ 11 de diciembre de 2010


Vacila el cuerpo
La sustancia
El hálito del alma
Su resplandor y velo
Entre mareas lejanas
A la vera de las rocas
Sobre el murmullo del mar
Y el vuelo del espíritu
El camino vago
Y su paso silente
Ya no prosigue o desiste
Solo estalla
Como el fuego de la tarde
El brillo de la mañana
El calor del día
o el pensamiento con dueño


A. Collante

A mi hermano _ 11 de diciembre de 2010

A mi hermano _ 11 de diciembre de 2010

Bello eres aunque imperfecto
De corazón noble y vivo
Mi admiración es tuya, un fuego
Que quema como antorcha
Mi pensamiento te enaltece
Te hace grande, como eres
Te honro con justicia y desbordo
Porque mi amor hacia ti no muere.

(A mi hermano Osvaldo)


A. Collante

lunes, 6 de diciembre de 2010

Te imagino _ 07 de diciembre de 2010

Te imagino _ 07 de diciembre de 2010


Imagino que el sol brilla
Que la brisa es fresca
Que los colores reverdecen

Imagino que el río corre
Igual que el tiempo
Como una estrella que cae

Imagino que me piensas
Cuando ya no puedo pensarte
Que sonríes y suspiras

Imagino que me veras aquí
En estas líneas que te dedico
Pero solo imaginas que imagino


A. Collante


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A veces un parpadeo _ 07 de diciembre de 2010

A veces un parpadeo _ 07 de diciembre de 2010


A veces fluimos como un río caudaloso
Descansamos en los remansos y el silencio
Hallamos el tiempo para desenvolver el pecho
Y ofrecer el corazón a quien deseamos

A veces vamos por la vida esperando estrellas fugaces
Damos la otra mejilla y a veces nos dan la otra mejilla
Valoramos la distancia, los arrullos del viento
Entregados a la esperanza de ser descubiertos

A veces necesitamos la mano de alguien fuerte
Otras veces la mano más fuerte es la propia
Cuando el momento es una ruina añoramos la paz
Y como muchas otras veces todo simplemente es demasiado

A veces somos tranquilidad, esmero, voluntad, amor
Casi siempre también soledad, impaciencia, desazón, dolor.
A veces lo que hace soportable el vacío es otra luz, otra chispa,
Otra mirada, otra alma, otra voz en la inmensidad

Y a veces lo que nos mata es la entrega, la bondad
La inocencia de los labios, las manos, el perdón
Las costas del mar entonces nos resultan inalcanzables
Como los horizontes que se prometen en la distancia

A veces continuamos entre las piedras de los rápidos
Sobre navegamos las corrientes y las espirales descendentes
Brillamos como ninguna estrella, ningún sol, ninguna esperanza
Y fluimos a la buena suerte de las cosas, sintiendo y viviendo, este parpadeo.


A. Collante


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Ultima voz _ 06 de diciembre de 2010

Ultima voz _ 06 de diciembre de 2010


Me voy entre la fronda
La noche y el murmullo
Me voy como una sombra
Porque me he convertido
Serenare el palpitar
La dolencia de no tenerte
Porque en la vida durmiente
Quizás encuentre paz.


A. Collante

La Serenidad _ 06 de diciembre de 2010

La Serenidad _ 06 de diciembre de 2010


Como reconfortar a una sombra
El alma que se ha ido solo observa
A los que quedamos atrás

Como reconfortar a un hombre
Que solo es la sombra de un momento
Un pestañeo en el marco de la vida

Tendré fe en que podemos ir íntegros
Corazón y espíritu de la mano
En la inmensidad de lo desconocido

Que esa chispa solo muta
Trasciende hacia el próximo nivel
Hacia la serenidad de la paz


A. Collante

sábado, 4 de diciembre de 2010

Que sabe el corazón _ 04 de diciembre de 2010

Que sabe el corazón _ 04 de diciembre de 2010


Que sabe el corazón de razones
Si a fuego vivo se quema
Es un puño de caprichos y llanto
Donde no lo quiero él vuela

Las negativas son su alimento
Para salir corriendo me deja
Con la conciencia mía combate
No le interesan mis quimeras

Que sabe el corazón de lo correcto
Solo desea saciar su hambre
No vive de quietudes ni silencios
Se alimenta de amor y sangre

Cuando me veas venir escapa
Porque no soy dueño de su tacto
Puede marcar surcos profundos
Y mezclar su amor con llanto

Que sabe el corazón de razones
Lo empuja a uno a sus extremos
Hasta que los amaneceres arden
Sin paciencia ni consuelos


A. Collante


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viernes, 3 de diciembre de 2010

Amor y Miseria _ 03 de diciembre de 2010

Amor y Miseria _ 03 de diciembre de 2010


Me quedan sabores
Rumores en la piel
Visiones de miradas
Como un fuego su ser
Entre los cortos momentos
La huida feroz
Los lugares perdidos
Su amor y su adiós

Me quedan caricias
Su forma de amar
Su locura y su herida
Y su forma de hablar
Entre risas errabundas
Más allá del dolor
Del bien y del mal
Y todavía su voz

Me queda su tacto
Su suspirar lento
Pagana bella dormida
Su habladuría en sueños
La dulzura de sus manos
Su palabra feroz
Su esquiva reticencia
De su amor su dolor

Me quedan sensaciones
Cierres completos de historia
Comprensión a la distancia
Reflección y memoria
Una gratitud severa
A cada palmo en su estancia
Una memoria truncada
Con amor  y miseria.


A. Collante


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Extraviado _ 03 de diciembre de 2010

Extraviado _ 03 de diciembre de 2010


Soy un cúmulo de ansiedad
Todo me lleva a tus costas
Naufrago maldito de tu recuerdo
De tu piel, de tu forma de amar

Soy el grito perdido de auxilio
Y vos un valle desierto y bello
Donde mi eco no llega a ser vivo
Donde el extravío es ley 


A. Collante

Aplacar la bestia _ 03 de diciembre de 2010

Aplacar la bestia _ 03 de diciembre de 2010


Como un suspiro, una necesidad
La ciudad inmensa enmarca mi ansia
Penuria de verte, estrecharte, tocarte
Cortar la distancia impuesta y vivir

Cada respiración un tormento
Como un relámpago de la memoria
Sin miramientos tan impune recuerdo
La mirada hermosa, oscura como un vacío.

¿Cómo negociar una vida en tiempo y lugar distintos,
Entre la construcción de una vida hecha y el futuro incierto?
¿Cómo evitar la rabia, el desenfreno, la dolencia,
Si cada instante es pérdida y cada exhalación un martirio? 

Menguaré la memoria, el pensamiento
Volver a respirar es necesario
Calmar las aguas, aplacar la bestia
Y solo fluir como el río a su mar.


A. Collante

Carga _ 03 de diciembre de 2010

Carga _ 03 de diciembre de 2010


Arrastro en los retazos de mi cuerpo
Las señales de una lucha y un esmero
Cargo conmigo los recuerdos
De cada encuentro clandestino
Como un fuego que te quema vivo
Y uno sin fuerza para un grito

Llevo conmigo los consejos
De cada padre y cada amigo
Largos desvelos maquinando
Los movimientos del destino
Seria un simple suspiro
La muerte de todo encanto

Aprisiono tras la lengua
Cada secreto aprendido
De cada mirada su brillo
Todas las almas contadas
Como un tesoro un abrigo
Que me duele como una daga

Mantengo con poca astucia
Lo que el tiempo va quitando
Viene el momento finito
El instante malogrado
De retornar lo pactado
Sin una queja ni un chillido.


A. Collante


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martes, 30 de noviembre de 2010

Natura _ 30 de noviembre de 2010

Natura _ 30 de noviembre de 2010


Casa de piedra y roble
Prado verde esmeralda
Canción de cuna dormida
Montañas de cresta plateada

Con manos de ríos bermejos
Con vientre de valles y bosques
De piernas rocosas tan altas
Su mirada me alcanza con nubes

Aire fresco en su pelo
Tormentosa su pasión dispone
Como un todo que no cesa y abarca
Como un mar que socava y me hunde

Naturaleza que tomas mi ansia
La trasformas en necesidad de ti
Como amor que no sabe de esperas
Natura mía viajo feliz.


A. Collante


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Inadvertido _ 29 de noviembre de 2010

Inadvertido _ 29 de noviembre de 2010


Inadvertido
Entre palabras divago
Con la idea solitaria
De esa ausencia punzante

Hablo lentamente
Apenas mi voz escuchas
Una sonrisa y una cachetada
Todo es parte de la puesta

Desataré las alas
Levantaré vuelo
Marcharé como una gaviota
Hacia el mar profundo.


A. Collante


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Efímeros _ 30 de noviembre de 2010

Efímeros _ 30 de noviembre de 2010


Bajo un manto verde
Lejos de la brisa fresca
Los huesos sonríen
Como heridas viejas

Un recuerdo foráneo
De una vida lejana
Hacia allí me dirijo
Esperando nada

Del amor me resta
La memoria caduca
Los sentimientos bastos
Y el recuerdo en otros

Ámame aunque parta
Aunque las luces falten
Ámame mientras puedas
Y deja que te ame

Mañana brillaran de pena
Las estrellas que nos ven
En nuestra condición doliente
De bravos y efímeros seres


A. Collante


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lunes, 29 de noviembre de 2010

Mientras todo Pasa _ 29 de noviembre de 2010

Mientras todo Pasa _ 29 de noviembre de 2010


A la sombra de un muro entrelazadas manos
Tus ojos profundos y labios me tientan para siempre
Apretujamos las almas en su incontenible llanto
Encontrados al fin entre la soledad del gentío
Con el corazón en un puño que estalla percutido
Como una bala de cañón sobre el mar inmenso
No detendré el amor, ni el tacto y la voz
Porque nada existe ahora mientras todo pasa.

A. Collante

Sin Calma _29 de noviembre de 2010

Sin Calma _29 de noviembre de 2010


En el recodo del río, entre la arboleda baja
Sobre ese sendero de piedra y corazones rotos
Como un sueño funesto y alegría de lo ignoto
Igual que perro en llanto abandonado y solo
Un corazón en ahogo imagina un escape
Entre puñado de viajes y montañas distantes
Con coloridos y sales que reanimen su pecho
Y le devuelvan el gusto, el tacto y el hambre.

Avanza en la corriente de los días que pasan
A la espera de la chispa que encienda su llama
Su mascara doliente de tranquilidad parca
Ya no detienen las lágrimas que inundan la vista
Y confunden en las distancias los horizontes con el alba
De cada mañana calcada sobre los pueblos y ciudades
Que amores y besos no consuelan en su búsqueda maldita
Entre los arrullos de su deseo, necedad y pericia.

Busca un aliento, una mano amiga, un beso fortuito
Un momento memorable que aligere la carga de una vida silente
De dientes apretados, manos en puños, una constante perdida
De aquello que ama y no concilia con la realidad viviente
Al amor que llaman bello su sentimiento desmiembra
Porque amar no ha sido si no una larga pena y padecer
A partir del tiempo primero en que supo que dolería
Desde allí ya no vive, ni respira, ni aminora la potencia de su nombre.


A. Collante

Desde aquí 29 de noviembre de 2010

Desde aquí 29 de noviembre de 2010


Moriré certero como muere el día
Entre gritos y penas en dura agonía
Como la soledad de un canto en la mar abierta
Como mueren los lobos en las frías estepas

Moriré como un hombre que lo pierde todo
Como quien tiene todo y se juega entero
Me iré como un fuego que al alba caduca
Como un alma en pena un ancla sin cuerda

Y entre tantas penas, dolores y llanto
Me iré como alguien que sale y respira
Igual que un silencio luego del rayo
Igual que una pena que con amor se quita


A. Collante

Ven _ 29 de noviembre de 2010

Ven _ 29 de noviembre de 2010


Un suspiro a la calle
Una búsqueda maldita
Esa sensación de vacío
En el pecho que duele

Una espera incesante
A que vengas un día
No sé cuando no sé donde
No sé si en esta u otra vida

Ven en el viento o en la tierra
En la lluvia o en la arena
Ven como un rayo fulminante
Ven como quieras como puedas

Ven a mí y a mi pecho
Ven a mi carne con consuelo
Aminora la pena y el hastío
Devuélveme el aire y mi brillo

Ven para siempre
Ven como puedas
Pero ven.


A. Collante


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sábado, 27 de noviembre de 2010

Lo pedido _27 de noviembre de 2010

Lo pedido _27 de noviembre de 2010


Voy a dejarme caer en un sueño largo
Entre rosas y espinas para despertar la piel
Como un abrazo insuperable al horizonte
Que siempre está llegando desde el infinito
Voy a dejarme caer como un hombre silente
Marcado por el paso del tiempo y el amor
Como un soldado que ha sobrevivido al espanto
Para recalar en tus besos y abrazos viajantes
Voy a soltar un suspiro memorioso
Uno que se pierda en su viaje a tus costas
Como ese amor que nunca fue ni ha sido
Lo esperado, lo ansiado, lo pedido.


A. Collante


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Entregarse _27 de noviembre de 2010

Entregarse _27 de noviembre de 2010


Inhalar, exhalar, respirar amor
Embeberme en sus aguas turbias
Dejarme arrastrar a su profundidad
Como un naufragio silente
Igual que un hombre entregado
Abandonando las fuerzas y la mente
Con el corazón como un peso
Y la voz como una tumba


A. Collante


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El paso _ 27 de noviembre de 2010

El paso _ 27 de noviembre de 2010


Podría ser que el tiempo este de mi lado
Junto a mí, mientras ardo en sus arenas
Acortando el sufrimiento, los hastíos y la pena
Podría ser que el tiempo sea misericorde, como vos.
Ver los signos de la piel decadente, mis fuerzas
Amainando en la quietud y el silencio
Con la voz hecha un susurro, una sombra
Revelando el alma que surge con ánimos de vuelo.


A. Collante


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miércoles, 24 de noviembre de 2010

A fin de cuentas _ 24 de noviembre de 2010

A fin de cuentas _ 24 de noviembre de 2010


A fin de cuentas el corazón me queda
Aquí junto a mí y junto a mis penas
El fuego pasa y lo ennegrece y quema
Más palpita como dura piedra

A fin de cuentas me quedan de los días
El cielo celeste y el calor y el sol
Que arde sobre el mundo como un fuego
Igual que un dolor igual que un amor

A fin de cuentas yo bien lo sabía
Clandestina dolorosa pagana de tu Dios
Repetirás hasta el cansancio una y otra vez
Hasta que sea tu esencia lo que no es.


A. Collante


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De lejos _ 24 de noviembre de 2010

De lejos _ 24 de noviembre de 2010


No tenderé la mano hasta esa llama
No quemaré las naves en esta ocasión
Ni tampoco dejaré que escapes otra vez
Ni te permitiré quedarte conmigo

Cada fragmento tuyo se halla en mí
Tu pensamiento y tu memoria como un pálpito
Y cada locura innecesaria al igual que la pena
Te entiendo y no te entiendo y te olvido y te recuerdo

No transitaré nuevamente ese sendero
Ya he visto que me espera por allí
Prefiero equivocarme de nuevas maneras
Antes que repetir y maldecir la suerte

Si te amaré como siempre, a lo lejos mi bella
Atisbando en tu ventana una sombra emotiva
Como quien pasa por la calle y a escondida
Ve los senos de una mujer desnuda


A. Collante


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Acritud _ 24 de noviembre de 2010

Acritud _ 24 de noviembre de 2010


El cuero de la piedra que llevo por corazón ya no siente
Palpita arrastrado por la inercia como un aire tormentoso
Ha generado su escudo como una pared inexpugnable
Se aparta del gozo y el amor en su sutil escape

Al rigor de los días se suma la esperanza que no mata
Que nunca asesina y que siempre aguarda salvataje
Aunque la tormenta pase y las miradas sean otras
Palpitará de manera errante hasta el fin de los días


A. Collante


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Atado _ 24 de noviembre de 2010

Atado _ 24 de noviembre de 2010


Si entre ruinas florece la vida
Podría ser que este día
De atisbos de volver

Con mirada serena y brillante
Como un reflejo solar
Tal vez vea mi reflejo

Igual que un pájaro cantor
Que atado a volar no da cuenta
Que es un esclavo de sus alas


A. Collante


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sábado, 20 de noviembre de 2010

Estar ahí _ 21 de noviembre de 2010

Estar ahí _ 21 de noviembre de 2010


Debe haber un momento en que todo debe ser
Que todo lo hecho és y será lo que se deba
Entre el hecho mismo o el deseo y eso por hacer
Ahí en medio, desde el vamos, debiste estar
Y como siempre, indiscreto, estuve para hacerlo
Presenciando el comienzo de la pena sin saltar.


A. Collante


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Oro y Barro _ 21 de noviembre de 2010

Oro y Barro _ 21 de noviembre de 2010


Descubrí que con el tiempo las heridas sanan
Que todo por una extraña disposición sucede a su momento
Algunos que otro destinados estamos a sucedernos en encuentros
Y que por cierto a mi pena se hallan sus cicatrices nuevas
Encuentro que todo lo vivido es vivido por que es vida
Que cada mancha del pelaje es mas bien un tesoro
Como quien en el lodo mas oscuro encuentra su gema
Y por ella se envenena y obsesiona para solo perderla


A. Collante


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El Lobo _ 21 de noviembre de 2010

El Lobo _ 21 de noviembre de 2010


Bajo las olas duermen las voces del mundo
Sobre el cielo el pensamiento y la noche
Y en las estrellas el fuego que alimenta el alma

Dentro del pecho el fuego quema como nada
El corazón es fragua de los metales más duros
Ellos de sentimientos, dolores y alegrías

Deshojaré margaritas como un niño perdido
Entre el ocaso y el alba igual que lobo que aúlla
Esperando la respuesta aunque sea muerte.


A. Collante


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Intento _ 21 de noviembre de 2010

Intento _ 21 de noviembre de 2010


Las olas trabajosas en su vaivén infinito
Socavan la costa de mi memoria en pena
Como las aguas que parten de tanto ir al cántaro.

Arremango los puños de la camisa a la fuerza
Entre el no puedo olvidarme y el debo hacerlo
Para que los palpitos cedan a una paz que deje vivir.

Hablarte para que no oigas es tarea de locos
De enamorados en desgracia sedientos en el desierto
¿Porqué torturar la mente y el espíritu con lo pasado?

Amainaré el caos, la debilidad de una letra
Cerraré los ojos como aguardando el alba
Mañana otro día, otro sol, otro suspiro, otro intento.


A. Collante

viernes, 19 de noviembre de 2010

No hay más _ 19 de noviembre de 2010

No hay más _ 19 de noviembre de 2010


Se secó el pozo
En el fondo queda barro
Ya no hay lluvia por llover

Espantan mi espanto
Esa angustia ya no duele
Ya lo amargo disolvió

Estamos tan distantes
Que el amor ya no es un problema

Estamos tan lejanos
Que tú dudas de mi amor

La quietud del sueño
Es como una muerte lenta
Un remanso del dolor

No suena el fuego
Como un nudo en tu vida
Aunque apagues esa luz


A. Collante

jueves, 18 de noviembre de 2010

La línea del mundo _ 18 de noviembre de 2010

La línea del mundo _ 18 de noviembre de 2010

La línea del mundo en brumas a lo lejos
Como una promesa hecha entre susurros y viento
Las piedras del camino y sus tropiezos encuentro
Y permuto alegrías, penas y sueños

Alegorías de corazones piedras en su mar
Socavados y temblorosos con una idea
En la figura de los días su triste padecer
Acrecientan la pena viva y la soledad


A. Collante


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martes, 16 de noviembre de 2010

Deseoso _ 16 de noviembre de 2010

Deseoso _ 16 de noviembre de 2010


Tras el crista la vida, verde, hermosa
Los árboles danzan en la música del viento
El mar celestino acurruca nubes y sueños
En el tiempo pequeño de la felicidad
Los pies sobre el suelo, presienten, aman
En los temblores de la respiración deseosa
Con manos y mirada expectantes, busco
Los senderos que me enseñen tus labios.


A. Collante


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Corazón en Piedra _ 16 de noviembre de 2010

Corazón en Piedra _ 16 de noviembre de 2010


Como una piedra volcánica
Fundida en el fuego amatorio
Frío ahora como una tumba

Con mirada dura, atemorizante
Defendiéndose de antemano
Temeroso en el fondo de su ser

Vacilante corazón doliente
Como un suspiro en la tormenta
Ya sin motivo, sin propósito.

Frío pecho desmedido
Arrastra la mirada en los días
Ya no sonríe, ni recuerda, ya no danza

Corazón en inercia tan maldito
Con el gusto, los sabores, extraviados
No tardará en volverse un desierto.


A. Collante


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viernes, 12 de noviembre de 2010

Voz y muerte _ 14 de julio 2010

Voz y muerte _ 14 de julio 2010

Como una queja encerrada, dolorida,
Su voz lejana, ataviada, desgarradora abraza
La imaginación diurna a la vera del encontrarte
Y la esperanza maldita de una vuelta invencible.
Maniatan mis manos, mi equilibrio, y no razono
No respiro, no anhelo más, si no tu presencia
Un tormento memorioso hecho fuego y discordia
Internas grietas me socavan deteriorando mis bases.
Se agitan las visiones de un futuro abandonado
Una idea, un suspiro, marcan el cuero de mi pulso,
Entre las cenizas, los fuegos arden,
Y mi pecho estalla de amor, gritarlo, es la muerte.


A. Collante


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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Paseo _ 10 de noviembre de 2010

Paseo _ 10 de noviembre de 2010


Pasó el dolor, como agua de enero, copas, vino y canción 
El juego no busca, a sus protegidos, nuestro incendió estalló
No es por salir y ver esas aguas, está muy quieta al hablar
La herida se muestra y sonríe despierta, se negará a reposar
Fuego y amor, odio y dolor
Locura y alivio de una estación


A. Collante


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Amor Fugaz _ 10 de noviembre de 2010

Amor Fugaz _ 10 de noviembre de 2010


Me has confundido expresado en silencios
Cada tanto en arrullos y cantos de sueños
Me llevaste tan lejos apropiado en destinos
Cuanto más te bebo mas te necesito

Primavera de luto y flores en pugna
Me recuerdan tu adiós sin oírte la voz
Que importa el martirio que deja tu paso
Si acaso lograras huirle al dolor

Disimulo en tus pasos tu vacío te exige
La herida enterrada te vuelve a llamar
Aunque corras y busques en otros brazos
Eso que ocultas te vuelve a encontrar

Me haz confundido con una amargura
La misma que diste por mi amor cambiar
Estuvimos cansados corriendo en la lluvia
Respirando al compás del amor fugaz


A. Collante

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Encallar _ 10 de noviembre de 2010

Encallar _ 10 de noviembre de 2010


En la tarde tranquila, tarde memoriosa
El silencio me ajusta tu recuerdo parco
Como un hada de tintes, brumas y fango
La noche maldita te vuelve a traer
Rodeada de bellas canciones de mar
Sirena maldita te oigo y amo
Y en la voluntad del timonel fantasioso
Encallo mis ruinas que tiene tu amor.


A. Collante


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Sentí quemar el amor _ 10 de noviembre de 2010

Sentí quemar el amor _ 10 de noviembre de 2010


He sentido quemar el amor como un fuego
Ahogado el grito que pide libertad
Caminado el camino de un sueño perdido
Arrastrado el dolor de mi alma inmortal

He visitado el infierno conocido en tu nombre
Destruido mil reglas y mi propia bondad
Quemado las naves y fundado mi ruina
Deshojando el amor que nunca me das

Abandone mi orgullo de hombre maltrecho
Transforme necedad con necesidad
Me volví un mentiroso buscando tu tacto
Y me olvide que tu amor no vuelve a pasar


A. Collante


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martes, 9 de noviembre de 2010

A Oscuras _ 09 de noviembre de 2010

A Oscuras _ 09 de noviembre de 2010


A oscuras, a tientas, en la exhalación del gozo
Mientras el mundo desaparece en el tacto
Las manos inquietas buscan y el corazón estalla

La imaginación desaparece, estamos allí, vivos
Entre los estertores del amor, y la palabra susurrada
Acaricio tu rostro y puedo verlo en la noche

Que desaparezca la tierra, todos los demás, el espanto
La mediocridad de lo racional, los mandatos extraños
Que nuestro infinito perdure en su chispa, a oscuras.


A. Collante

No te conozco _ 09 de noviembre de 2010

No te conozco _ 09 de noviembre de 2010


No te conozco, pero te amo
Nunca estuve seguro, quien lo está
Un susurro me basta, tu mano en mi mano
No te conozco, pero te amo

No te conozco, y no lo creo
Aunque me estalle el miedo, voy por vos
A pesar del tiempo, la histerias
No te conozco, pero te encuentro

No te conozco, aunque te amo
Desde siempre y mas, ansiosamente
Desespero en tus ojos, tu reflejo
Te amo, aunque, no te conozco.


A. Collante

Exhalación _ 09 de noviembre de 2010

Exhalación _ 09 de noviembre de 2010


Luego de un tiempo me olvidaras
Todos olvidan lo que ha importado
Entonces quizás deje de ser ese sentimiento
El impedimento de nuestra vida

Me traerás a tu mente de manera fugas
Me darás un suspiro y me volveré a ir
Así son las cosas, el amor que sufre
A su Némesis no importa.

Seré lo que sea
Aunque no lo desees
Y desde aquí, te recuerdo
Exhalación de amor.


A. Collante

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sábado, 6 de noviembre de 2010

Media vida _ 05 de noviembre de 2010

Media vida _ 05 de noviembre de 2010

Soñaste alguna vez con ver esos ojos, que no te dejan dormir
Esa sonrisa que mata cada tanto y te hace perder el tiempo
Quisiste alguna vez como si todo doliera, apretando los dientes
Y solo una cachetada, te quitaba y te plantaba los pies

Alguna vez miraste al sol salir del mar, y lloraste contenta
Sintiendo que el amor que creció, nunca se marchitaría
Cuando pienso en tus ojos, se me derrumba la vida
Porque te los llevaste tan lejos, te espero aquí todavía.

Cuando sueño te veo reír y se me sonríe el alma
Pero los sueños son solo eso, así que lloro de día
Mejor te entierro en la memoria, bien al fondo sin volver
Porque pensarte me mata el corazón y me queda media vida.


A. Collante

Amor trunco _ 3 de noviembre de 2010

Amor trunco _ 3 de noviembre de 2010


Veo sobre mis manos el paso del tiempo
Sobre mi pecho las heridas y golpes
Sobre mis piernas el cansancio y el dolor
Y en mis pies los caminos recorridos

Vero también la desesperación de mi ansia
Los dolores que internamente me queman
Los amores que son siempre y los que no pudieron
Entre esos remolinos mi alma trunca

Veo también en mi paso fortuito horizontes
Lejanos como el mañana pero prometedores
Veo su sonrisa que se aleja y su mirada oscura
Y mi amor arrojado al vacío como basura.


A. Collante

Maldición _ 29 de octubre de 2010

Maldición _ 29 de octubre de 2010


Mi corazón está lleno de vos
De tu dolencia que es tan parecida
Mi necesidad de amor es igual a la tuya
Y nuestras diferencias tan similares
Estamos destinados al fracaso
Y a maldecir el amor que nos une


A. Collante

viernes, 29 de octubre de 2010

Desgarro – 29 de octubre de 2010

Desgarro – 29 de octubre de 2010


Desgarro, indudable y certero
El corazón abierto de un tajo implacable
La verdad es mutilación del alma
Y entender que debe ser así una cruz

El amor es cosa de fuertes
Cosa de corazones marcados a fuego
Es menester entenderse, aplicarse
Arriesgarse en un salto sin protecciones

La fibra de mi entendimiento no comparte nada este desarrollo
La lejanía que era anhelo ahora me resulta un muro
Y esos besos, susurros y respiraciones de amor, me cortan el espíritu
Es un peso gigante que me aplasta hasta las lágrimas.


A. Collante



lunes, 25 de octubre de 2010

Escapar para siempre – 25 de octubre de 2010

Escapar para siempre – 25 de octubre de 2010


Tengo la impresión, que todo esta muy quieto, algo repta entre las sombras
Y que ese corazón, que tienes entre brazos, ya no tiene más consuelo
No quiero creer, que todo lo que digas, sea solo una postura
Que en verdad vas buscando, salida tras salida, y no hundirte para siempre.

El fuego que me quema, no me deja tranquilo, siempre vuelvo a tu memoria
No puedo respirar, sin largar un suspiro, a ese amor a cuenta gotas
Tendría que parar, dejar de estar atento, al teléfono insufrible
Aprender a vivir, buscar un nuevo cuerpo, y borrarte de mi pecho.

No se que mas hacer, para salir del pozo, y ver el sol de nuevo
Sentir que estoy muy vivo, tan justo entre brazos, dejando el mundo afuera
Podríamos escapar, salir del mundo ahora, esquivar las telarañas
No mirar hacia atrás, ni escuchar a esa gente, que nos tienen prisioneros.

El mundo que viene, Nos suele dejar sus cuentas,
Aunque paguemos una vida, Siento que me escapo para siempre. 


A. Collante

lunes, 18 de octubre de 2010

A la vera del fogón – 19 de octubre de 2010

A la vera del fogón – 19 de octubre de 2010


Que pena maldita la nuestra
El esquivo dolor que marca
Cada penar que me abarca
No lo calma un suspiro
Ni tampoco el abrigo,
De una llama franca.

Que maldita la suerte perra
La canción que la engalana
Muerte dura sin escalas
A la flor moribunda
Me quedan frescas las brumas
Que no matan el alma.

Voy a quedarme tirado
Para que nadie me mire
A simular que no hay nadie
Cuando la muerte me busque
Porque juro no es libre
Quien su cuerpo no use.

Que mala tristeza la nuestra
Mi joven mujer bravera
Cinto bruto o cuales quieras
Nada me quita el espanto
Ni el sonar de tambores
O el danzar de nuestro llanto.


A. Collante

Entre el muro y mi boca – 19 de octubre de 2010

Entre el muro y mi boca – 19 de octubre de 2010


Como quien entrega el alma, cuando nace la vida, mientras cae la noche, te entrego mi dicha.
Yo te anduve buscando, entre las piedras y el mundo, en el confín de mil muros, ese beso tuyo.
Me perdí cuando cruzabas, esa calle entre el bullicio, apresurando tus pasos, dando gracias al destino.
No cambiaria nada, ni una sola desventura, por tenerte nuevamente, entre el muro y mi boca.


A. Collante

Migajas – 19 de octubre de 2010

Migajas – 19 de octubre de 2010


Muertas hojas bambolea el viento
Canciones de niños rellenan la puesta
Los ojos vacíos de ilusiones y ganas
Amonestan la intriga y la desgranan
Vivo aunque vivo sobre el lindel de tu puerta
Mis ojos atisban cada intento nuevo
A la sombra de las sombra que nos opacan
Lloraremos la memoria que no es grata
Entre tus idas y mis vueltas una comunión clara
Mientras cae la tarde, la noche ó la mañana
Desvelado entre los sueños que la tarde arrastra
Más allá del viento y sus migajas.


A. Collante


Aqua – 19 de octubre de 2010

Aqua – 19 de octubre de 2010


Agua clara transcurriendo, pálido domino de mi instinto
Aplomo fundido bajo el manto que abriga, en el aire incierto que quema
Amansamos las heridas con paciencia, ignoramos aquello ignorable
A sabiendas de lo malo ó bueno, vago ó incierto por venir
 
Agua dulce entre las piedras que no son más que ruinas
Instintos olvidados, encerrados casi vivos merodeando
Cada palabra una daga clavada en mi centro
Aunque amaine la pena, el dolor, o las llagas

Cristal transparente donde el reflejo me encuentra
Estanque puro amanecido sostenido en piernas
Amigable sacrificio constancia de incertidumbres
Desdoblare los mapas que me guían a su cause.


A. Collante

domingo, 17 de octubre de 2010

Fuego y mar – 17 de octubre de 2010

Fuego y mar – 17 de octubre de 2010


Fuego y mar
Odio y amor
Sangre y corazón
Luto y dolor
Mil veces el corazón
Mil veces la herida
Y el cántaro roto
Libera sus peces

Infierno y salvación
Conjuro de corazón
Luz y oscuridad
Combate perpetuo
Mil veces amor
Mil veces canción
Los abrazos furtivos
Anestesia de tontos


A. Collante

Mil palabras – 17 de octubre de 2010

Mil palabras – 17 de octubre de 2010


Hay una luz que llega a su cuarto, cuando el sol está apagado
Congelo las caras su lucha imposible, refugiado entre sus brazos
Alguien me dijo no pierdas cuidado, el amor no discrimina
No quiero perderme ahogado entre redes, si sus ojos no me miran

No aguanto los días  que la tienen lejos, la distancia me es tan turbia
Presiento que todos nos están buscando, y sonreímos de emoción
Cuando el viento pase y llegue la noche, serás lo último que piense
Y si mañana no encuentro tu rostro, te sentiré tan cruel

Los días que pasan no tienen el mismo aroma, ni el vino rojo su sabor
No quiero que me suelte de la mano
Mi cama es gigante cuando las horas te roban, y te mantiene en la distancia
Susúrrame al oído mil palabras.


A. Collante

Día y noche – 17 de octubre de 2010

Día y noche – 17 de octubre de 2010

Soy presa del amor que me socava
Corroe los fundamentos de mi soledad
Inserta su veneno poderoso en mi torrente
Un golpe directo, inaudito, sobrecogedor
Soy una victima culpable, deseoso
Como nunca en busca de su victimario
Ya no pienso, no razono, solo siento
Me pierdo y no sé como volver de allí, de sus brazos.
Desde un corto tiempo desdeñé su apretón
Siempre temeroso y masajeando las heridas
Hoy no me importa, aunque muera, la busco
Dia y noche, noche y día.


A. Collante

viernes, 8 de octubre de 2010

Aguas de lucidez - Ariel Collante - 2010 - (Cuento Corto)


Aguas de lucidez


Capítulo 1

Hace tiempo que no estoy segura de muchas cosas, los años me sientan como una espada y una armadura muy pesada, ya no recuerdo que es estar acompañada, ni cuantas personas se necesitan para alejar las sombras, solo recuerdo que mi nombre es Aída.
Tengo entendido que muchas personas cambian a medida que pasa el tiempo, que el tiempo es una marea incontenible y que nadie puede eludir su paso. Que cada uno aprende a viajar entre sus costas, con tanto ímpetu y vivacidad como el alma humana consigue todo lo que espera y merece. Y en la búsqueda de aquello que anhelamos, los contornos del mundo cambian y distinguen llevándonos a lugares inhóspitos y alejados.
Supongo que todas las historias comienzan con un largo viaje, una huida rápida, una búsqueda incesante, una desesperada necesidad de cambio. Así es como comienzo a internarme en estas líneas, en mi cuaderno de viaje.
Nunca antes, como hoy, necesite tanto huir del mundo, aunque toda mi vida me he dedicado a describirlo con la imaginación, he escritos incontables páginas con situaciones, alegrías vividas o imaginadas a través de mis personajes y mis leyendas. Un cambio de panorama me alejará de todo aquello que ha menguado.
Las olas y el sonido de las rompientes, el trueno de las grutas, el graznido de las aves que nacieron en la mar, parecen distantes en el tiempo y la lejanía de las cosas.
El barco se mueve sigiloso a través del estanque que es la mar a estas horas mientras pienso y escribo.
El primer día que me deslumbró la mar quede por completo enamorada. No podía creer que aquel panorama de basta y murmurante soledad pudiera en efecto llenarme el corazón con tanto apremio. Las criaturas de la creación, aunque perdidas, hallan su hogar a primera vista. Yo la hallé en la ciudad costera de Catalina.  
Aquello fue un enamoramiento instantáneo, no como algo que se diluye con el paso del tiempo, fue como volver al hogar. Desde ese instante, hace diez años, no pude borrarlo de mi mente. La mar siempre está allí. Hoy luego de tanto tiempo  considero que es un buen punto de partida.


Capítulo 2


Luego del bus hasta Catalina lo primero que recuerdo, en esta nueva vida, es que compre mi boleto sin importarme su precio en lo absoluto. Creo que si hubiera costado mi vida hubiera pagado el precio sin dudarlo, de hecho, así fue. Esta vida nueva, este nuevo comienzo me costó por entero mi pasado. Recuerdo a Roberta diciéndome que estaba loca pero ella que sabe de eso que desea el corazón o el alma.
-¿Quién va a terminar todos estos libros? –Decía.  
Roberta no por nada era mi única editora. Ella había logrado lo que nadie creía de una mujer como yo. Hacer de alguien que vive imaginando una artista consagrada en su arte, me convirtió en una persona de renombre. Por supuesto, Roberta, no se detuvo a ver que parte de mi moriría en el proceso o si mi corazón no sufriría al perder por completo la libertad. Creo que eso me motivó a llevar todo hasta estos extremos. Cambiar por completo arriesgarme a abandonarlo todo para huir a Catalina sin ninguna explicación.
-¿Cuánto tiempo va a durar este capricho tuyo?
-¿Capricho? –Le dije sonriendo.
-Sí, ¿cuánto va a durar? ¿Tres semanas? ¿Un mes? Tengo que mantener a mucha gente interesada en tus historias, en tus creaciones. Es un trabajo difícil por si no te diste cuenta Aída.
-¿Gente interesada? Roberta, si le gustan mis historias, mis terquedades, seguro que van a estar ahí para cuando decida volver.
-¡Qué conveniente! ¡Qué lindo! Es como si te importara poco mi trabajo.
-No puedo Roberta. No puedo seguir así. Tengo el corazón cansado, las manos cansadas, me duele el cuerpo y el alma, estoy agotada, además, tengo la imaginación muy, pero muy indecisa, no puedo trabajar.
-Por eso creo que todo esto es una tontería, nadie en su sano juicio desaparece teniendo una carrera tan prometedora como la tuya, estas en boca de todos, eso no se puede desaprovechar.
-La gente solo quiere mi alias. Nadie quiere realmente a Aída, nadie la conoce en verdad, nadie la ama.
-Es una tontería, te lo repito, además no es cierto eso de “nadie te ama” nadie te ama como yo. –Sonrió intentando que reconsiderara.
-Ya te dije, a mi no me gustan la mujeres.
Roberta siempre se tomaba su tiempo para hacerme sentir incomoda con esa clase de comentarios al igual que lo hacia yo. Creo que voy a extrañar su humor de crítico, aunque la verdad, en todos estos años en Buenos Aires ninguna persona ha sido más honesta y compañera que ella, mi amiga.
-No creo que sea buena idea que te vayas así nada más y justo ahora con estos libros sin terminar.
-Ya sabes lo que dijo Borges, “Si un libro no te atrapa en las primeras paginas, no lo sigas…”
-“…Ese libro no está hecho para vos, al menos, no es ese momento” Se nota que él tuvo mucho que leer, mientras que vos dejas todo a la mitad. Borges era un tipo realmente extraño, un erudito en las letras, pero la señorita Schult es la nueva sensación ¿no? Eso tiene su mérito.
-Eso lo pensás únicamente vos. A mi me gusta Borges.
Aquella discusión siempre surgía cuando le decía que me iba, que me marchaba, Roberta creía saber bien cuando hablaba enserio o no. Creo que esta vez se va a llevar, para su mal, una gran sorpresa. Ya me imagino su cara, ojerosa y preocupada por todo. Angustiada porque la gallina de los huevos de oro ya no está. La verdad es que siento pena por ella. Pero ya no tengo que preocuparme, esta es una vida nueva y voy a internarme en ella hasta el último sitio.


Capítulo 3


El barco se mueve por el estanque del mar, no se a donde vamos, sólo veo que me aleja de la tierra que conozco. Es emocionante, no conozco a nadie en el navío, pero ví a un muchacho que pareció, creí por un instante, me reconoció de alguna vida anterior. El oficial que nos recibió a bordo parecía un hombre sereno, aunque a la distancia, rudo y muy entendido en su menester de tripulante.
-Bienvenidos a bordo –Dijo- que su estancia en el “Esperanza” les sea placentera a todos. La tripulación esta a cargo de su seguridad de modo que todos deben obedecer las sugerencias y normas del barco. Espero que todos encuentren lo que vinieron a buscar. Disfruten del viaje y que tengan un buen día.
La tripulación y los oficiales prorrumpieron en aplausos al igual que los pasajeros. Aquella especie de celebración no tenía nada que ver conmigo. Aunque, si en algo el capitán tenía razón, era que pronto los anhelos e ideas que poseía, con respecto al viaje, me serían reveladas.
Los pasajeros siguieron a la tripulación al salón central del barco. Ahí vimos un gran despliegue de lujo y suntuosidad, la misma que en épocas pasadas deleitaba a los viajantes del viejo Esperanza. Aquella línea de navíos era nueva, en retrospectiva, había pertenecido a una importante firma que se vino abajo, pero un millonario apasionado por el mar se encargo de mantener a flote.  Según el folleto “La estrella del Sur” se jactaba de poseer una flota de barcos de primer nivel. Cosa no muy difícil de creer. Nunca fui una entendida en embarcaciones, y creo que nunca lo voy a ser, esta es mi primera experiencia en un viaje de estas características, me siento emocionada.
Poco a poco nos pusimos en camino, el barco, el Esperanza mostró su fuerza, y nos alejamos de la costa, en ese momento no supe bien cuanto tardaríamos en llegar a Catalina, nuestro descenso hacia el sur debía de durar algunos días, aun así, recordando ese momento, me quedó claro que aquello sería la experiencia de mi vida.   
Mientras recuerdo todo esto, me es difícil pensar en como hubieran sido las cosas de no haber tomado aquel barco, de nunca empezar aquella etapa de descubrimiento, hoy que todo es tan distinto.
Puedo decir todo esto ya que no soy la Aída de antes, ni la gran escritora que desapareció, la persona ínfima que asentía y no era segura de si misma, que vivía sólo gracias a la fuerza de la inercia en que todos, casi siempre, nos encontramos ¡Qué años aquellos!


Capítulo 4


Abordar el Esperanza era algo mágico, perturbador, atemorizante y emocionante, no solo por lo que parecía, sino por lo que significaba. Un cambio, una grata esperanza. Una joven mujer, de unos veinte tantos años, ubicó un grupo de nosotros en nuestros camarotes, nos guió por la embarcación a través de un angosto corredor hasta el ala donde se hallaban nuestros alojamientos. Mi camarote es el número 57 se encuentra muy cerca de la proa del barco.
No suelo observar de reojo a las personas, aunque mi supuesta profesión lo requiere, a pesar de ello, no pude evitar notar al joven muchacho del salón. En un primer momento no me pareció nada del otro mundo, solo una persona con quien cruce miradas, pero ahora, a tres camarotes de distancia, sus ojos me soslayan como nadie.
La sensación no duro mucho, la fascinación no fue exagerada, sólo un instante de extrañeza. Una impaciencia suele dar malos frutos y hablando de personas es una certeza más que una incógnita.
Al fin en mi cuarto, perdón, en mi camarote. Es pequeño y por el dinero que pague, lo suficientemente espacioso y solitario para estar tranquila. Tengo una cama, un pequeño escritorio y una claraboya más bien generosa. Tengo una buena vista del mar y la tierra que abandóno en busca de un nuevo horizonte.
Siento al escribir estos párrafos una suerte de franqueza, una especie de alivio que me invade y me reconforta mientras siento que el buque se prepara para viajar.
Desempaco un par de cosas, ropa, toallas y algunos objetos que detallan mi vida. Mi celular de última generación, las resmas de papel, porque a pesar de llevar conmigo mi notebook hago el esfuerzo de llevar mi vieja Olivetti. Ella me acompaña a donde voy y por el ahora inmediato siento que su tiempo ha llegado tan rápido como mi necesidad de libertad. Veo el bolso con ropa, el barco ruge en lo profundo, bajo las tablas del piso, un rumor subterráneo me hace temblar. Siento pasos sobre mi cuarto. La armadura que me protege ya no sirve a su propósito. Soy solo Aída, la joven de casi treinta y pico, delgada como un palillo chino de cabello largo castaño claro.
Veo mis cosas sobre un pequeño sillón y mi repleto escritorio improvisado. Todas esas cosas detallan la vida de una mujer joven y dedicada. Me quito los anteojos y los coloco en la mesa de luz. Tengo la vista cansada.
Afuera el aire corre y los pasajeros salen a ver la mar a donde vamos. Las máquinas rugen y la embarcación se mueve con magnifica destreza.
Vuelvo la vista a mi Olivetti y la veo muerta, sin utilidad, al igual que la notebook, observo el celular que me parece incontenible y frustrante. “Es ahora” me digo con calma. Busco mi cartera, quito los cigarrillos, los documentos que dicta que existo y soy Aída Luisa Záenz, tomo la Olivetti y las revisiones de mis libros inconclusos, abro la claraboya y mientras todos aplauden riendo, yo, renazco al tirar estos objetos al mar.
Me siento mejor, la depresión se alisa, siento que el aire salado me agita las corrientes del corazón. Estoy feliz de liberarme de aquellas anclas que sostienen la vida de la señora del seudónimo. Ya no existe la señora Schult, solo queda Aída.


Capítulo 5


Llego la noche, la Esperanza se mueve por el mar sin contratiempos. Se escuchan risas en la cubierta superior. Imagino que la cena no debe estar sino servida en algunas mesas. Es hora de tomar un respiro. Antes de salir veo que la Aída del reflejo en el vestidor ya se tomó la molestia de quitarse la ropa de oficina. Mi rostro luce sereno, aunque sin anteojos, me recuerda el rostro de mi madre. Ahora visto una pollera liviana, medio hippona, y una musculosa blanca. Recojo mi pelo y con una hebilla me lo ato en la nuca, tomo mis cigarrillos y salgo de allí.
Antes no creía hallarme en semejante situación, todo ciertamente es diferente, el aire, los objetos, tienen una luminosidad diferente, etérea. Aunque podría ser que me hallo entre dormida. 
Me apresuro y salgo a la terraza de la popa, en el horizonte la masa de la gran Argentina se aleja, envuelta entre penumbras y pequeñas luces que, imagino, serán del puerto que dejamos atrás.
Mientras la tarde muere ensangrentada, las estrellas refulgen sobre nosotros los viajeros. Brillan como nunca mientras la oscuridad de las aguas la refleja en centenares de chispas junto a la enorme Luna que nos acompaña.
-Señorita –Me dice la misma tripulante que nos guió a los camarotes.
-Dígame Aída, no me gustan que me digan así. –La muchacha me sonríe y me señala el salón.
-Están sirviendo la cena, puede ordenar cualquier plato de la carta en estos horarios –Me tiende un folleto- La cocina estará abierta hasta las 24 hs. Que disfrute su estadía, Aída.
Observo a la joven mujer, es muy bonita, tiene el pelo corto y rubio, los ojos verdes y enormes, llenos de un rumor cálido. Miro su insignia, se llama Victoria Salerno, un bello nombre para el personaje de un drama.
-Muchas gracias Victoria, tendré en cuenta tus palabras.
-Buenas noches.
-Buenas noches –Le contesto con la misma simpatía. La sobrecargo o como se diga, parece una mujer feliz, sin muchos problemas, útil a su cargo, de amplia experiencia, lo que me genera una inconsistencia debido a su aparente corta edad. Ella se retira por el pasillo interno del barco y no la vuelvo a ver en toda la noche.
Me siento a contemplar la mar y enciendo un cigarrillo. Hace días que me duele la garganta pero no logro decidirme a dejar de fumar. Roberta piensa que no logro dejar el hábito por mi falta de voluntad, que no puedo hacer lo que me prepongo, que sorpresa amiga cuando no me encuentres en ningún lugar de la gran Buenos Aires.
El sonido del agua en las propelas me recuerda una lavadora de ropa, la que usaba todos los sábados en mi barrio de Barracas. Aquel sitio sobre O’Higgins que me albergó los últimos años nunca se transformó en el sustituto de mi hogar allá en Los Cardales. Una vida solitaria y dura tuve allí, fácil en cuanto a las posibilidades de entretenimiento, pero en los sentimientos, muy caro a mis ansias.
Recuerdo Buenos Aires como una gran ratonera, donde el más fuerte sobrevive y el débil vende hojotas y medias en una plaza o en Retiro. Aquellos fueron mis musas inspiradoras cuando la escritura apareció. Hoy me parece lejano y olvidado aquel departamento del piso 10 donde los mosquitos me quitaban el sueño allá por el 2007.
Ahora me siento aliviada, dichosa y expectante ante todo frente a mí. Aunque cada cosa me resulta nueva, tengo ganas de explorar las posibilidades. No sé por qué cuento esto, o por qué detallo estas cosas en mi cuaderno de viaje pero, la verdad, creo sin exagerar que alguien pueda hallarlo interesante, sobretodo, yo misma en unos años.
Arrojo el cigarrillo a las aguas y luego de dos horas de escrupulosa contemplación me decido a ir a comer al gran salón. Ya son las once de la noche y el lugar parece abarrotado. No hay lugar sin usar, aunque nadie cena realmente, todo es una gran sobremesa. No me queda alternativa que sentarme a la barra lujosa del bar a un lado de la pequeña pista del centro del salón que se halla cercada por varias mesas y comensales.
-¿Qué desea la señorita esta noche?
-Dígame Aída, no me gusta que me llamen así.
-De acuerdo Aída ¿Qué puedo ofrecerte? –Dijo amablemente el cantinero ó bartender creo que así diría la mayor parte de los invitados.
-Solo un vaso con agua, voy a esperar una mesa.
-Muy bien, -En un momento me sirvió hielo y un vaso con agua- Aquí tiene Aída, si necesita algo más, solo llame. En cualquier momento las mesas van a desocuparse. La mayoría de los clientes son viajeros frecuentes, tienen horarios y costumbres. Con su permiso.  
Se disculpo el hombre que lucía una enorme pelada en la cabeza y un voluminoso y tupido bigote francés. Era como viajar en un barco antiguo, no sé si por el ambiente o la decoración reservada, tal vez por lo amables que eran los tripulando o quizás, por un extraño viaje en el tiempo.
-Gracias –Le dije al hombre y lo vi irse al otro lado de la enorme barra.
Aquella persona me agradó de inmediato, su tranquilidad y sus maneras me recordaron a mi padre. Hombre como pocos hay sobre la tierra, él me dijo y aseguro con toda honestidad que el camino al éxito era “si no una ilusión” tan difícil como mover montañas, pero si había alguien que podía hacerlo, esa sería yo. Que viejo amoroso era mi padre, mi Pedro, el hombre que me entregó su vida por completo.
Lejos de creer en las alegres palabras del cantinero me senté a escribir en mi diario sin notar como las mesas se vaciaban. Sin darme cuenta las familias y los empresarios que viajaban en el buque se retiraron rápidamente a sus cuartos dejando a dos o tres rezagados con el postre. Me puse de pie y me dirigí a una mesa que daba justo a un precioso ventanal que da a babor. Aunque no distinguía nada en la oscuridad del mar, pequeñas luces fulguraban como luciérnagas en la lejana costa del mundo. Aquella frase tuve que anotarla con presteza por si algún día sentía deseo de volver a los hábitos de la escritura luego de este cuaderno de viaje.
Una moza se acercó a la mesa y me ofreció el plato del día que rehusé con ganas, pedí un plato de pastas y un vino, la chica asintió con delicadeza y se retiró raudamente. No tuve tiempo de examinarla, como era mi costumbre, pero me pareció bien. Fue entonces cuando volví a verlo.


Capítulo 6


Aquel muchacho alto, blanco y castaño, apareció por un corredor. No tardo en ubicar donde me encontraba. Me observaba con paciencia, como si hubiera esperado verme allí. No sé porqué pero su aspecto me provocaba indulgencia. Aún así no se apartó de la entrada por un tiempo que creí eterno. Supe que no me  buscaba a mí a pesar de observarme con intensidad, sabía que no estaba allí por mí, al menos lo creí todo ese extraño momento.
Me escrutó con sus claros e intensos ojos azules como relámpagos y luego, sin un motivo, me dio un saludo cordial, de esos que nos sorprenden de un completo extraño y se dirigió a la barra junto al cantinero.
La situación me estaba incomodando mucho. ¿Quién era este hermoso prodigio de la incertidumbre? 
 Decidí irme de allí, no me importó la comida, al fin y al cabo todo estaba pago. Me dirigí a mi camarote y pronto me quedé profundamente dormida.
En los días que siguieron tuve tiempo de ordenar algunas ideas sobre mi vida y recordé que Roberta debía estar más que furiosa por mi repentina desaparición. Aunque pensé que aquella situación ponía en riesgo mi trabajo y mi amistad con Roberta decidí no llamarla. Después de todo mi celular ya no me acompañaba al igual que mi vieja y mi nueva máquina de escribir. En ese momento me pareció lo correcto para mí, lo correcto para Aída. Pobre Roberta. ¿Qué cosa habrá inventado para salvar mis ausencias?
-¿Usted es Aída Luisa Záenz, verdad?
Aquella pregunta arrojó por tierra toda escapatoria. Todas las salidas estaban cortadas y una pared enorme se erguía entre mis sueños de libertad y la verdad irrefutable en que me hallaba. Huyendo de todos los otros.
-¿Es usted Aida Zaenz? –Volvió a preguntar la voz, pero esta vez, mis ojos asociaron la voz con un rostro. Era el rostro de aquel muchacho alto y blanco, de ojos como cielo y mirada intensa- ¿Es usted señorita Zaenz?
-Solo dígame Aida, no me gusta que me llamen señorita, ¿Qué desea? 
-Hola Aida, -Dijo el prodigio sin consternarse o acobardarse, muchos hombres suelen empequeñecerse cuando alguien de carácter los confronta, al menos muchos actúan así y para mi suerte, mi reacción cuando alguien me reconoce me ha ayudado a salir airosa de situaciones incomodas, quizás, parecidas a ésta.  
-¿Lo conozco? –Dije sin vacilar un segundo, la rapidez es importante y el tono acusador y áspero lo es en igual modo.
-No, no me conoce, mi nombre es Valentino, la ví el día que embarcamos y creí reconocerla, no estaba seguro, pero hace unas noches, cuando la cruce en el salón, estuve seguro que se trataba de usted.
-Espero que no me mal interprete Valentino, soy una mujer muy ocupada, quisiera que esto lo mantenga en secreto, no quiero que me molesten o que me reconozcan.
-No es mi intención –Dijo casi esbozando una sonrisa- molestarla de alguna manera.
Aunque no estaba segura y una nunca lo esta con un extraño, desee que aquello no pasara a mayores, por menos tuve ciertas desavenencias en el pasado y empezar en aquel barco a rechazar propuestas de trabajo o firmas de libros, autógrafos, me parecía una forma muy triste de empezar mi nueva vida.
-No deseo molestarla Aida, es lo ultimo que quiero, pero si no fuera estrictamente necesario, preferiría salir de aquí, luego de sus elocuentes palabras. Solo me preguntaba ¿Por qué una mujer como usted, tan aguda y atemporal, viaja sola al extremo mas lejano del mundo? Pero entonces me dije que quizás usted se halla haciendo una investigación par un nuevo trabajo, eso me aparto de la idea de hablar con usted.
-Supongo que estuvo casi en lo cierto pero…
-…Pero luego se me ocurrió que tal vez usted sea mas que una persona reservada pero ¿Por qué viajar de esta manera? Esta clase de viajes casi siempre traen a colación conocer gente.
-Entiendo.
-Así que mi intuición me dice que esta tomándose un respiro de sus actividades y lo ajetreado de su vida, la vida de una persona a la que se le demanda no libran muchas opciones. O está de vacaciones, que lo dudo en esta época del año, o está huyendo como todos nosotros. 
Aquella idea me golpeo de lleno. Me quede atónita. Lo cierto es que no me frustran las personas que no conozco, ni las pocas que sí, pero un extraño ¿Cómo puede frustrarme una persona que es capaz de leerme tan bien?
-Supongo que usted señor Valentino no está buscando un autógrafo.
-No me llame señor Valentino, no me gusta, decíme Valentino, y no estoy buscando un firma Aida, en lo absoluto.


Capitulo 7


Me quede observándolo, el muchacho me sonrió. Era un hombre muy bello pero no me gustaba al menos no en ese momento. Sus ojos poseían una cierta piedad que no había visto en ninguna persona. Quizás eso permitió que dejara de increparlo.
-Sos muy perspicaz Valentino.
-Eso dicen aunque no me creo para nada un hombre perspicaz.
-¿Usted escribe? – Pregunté con cierta fascinación pero entonces me di cuenta que, mal que me pese, estaba muy cómoda sentada en mi silla mientras el muchacho seguía allí de pie junto a la mesa, que tonta. -¿Querés sentarte? Perdóname por favor no me di cuenta. Creo que olvide mis modales en Buenos Aires. -Valentino asintió agradecido.
-¿No es un inconveniente para usted Aida?
-Ya no lo creo, sentáte tranquilo, no pasa nada –Dije en un tono mucho más cordial. El joven me interesaba cada vez más.
-Respondiendo a tu pregunta, no, no soy escritor, pero me gusta leer si, eso me calma cuando todo lo demás se empeña en agitarme. Es un hábito que me quedo de muy joven cuando asistía a mi colegio, es lo único que me quedo en la cabeza, el hábito. No me creo capaz de escribir, se necesita mucha imaginación y mucho corazón para crear algo tan vivido de la nada. ¿No te parece?
-Si, creo que si. –Dije con cierta aprensión- A mí también me gusta leer, es algo con lo que crecí, no es algo de lo que hable muy seguido con la gente o en mi trabajo, es mas, siquiera hablo de ello en el trabajo porque justamente es eso, un trabajo. Decíme Valentino ¿En que te puedo ayudar? ¿Qué querés?
El hombre se tomó su tiempo para responder. Nunca estuve segura de muchas cosas pero aquella charla no podía ser casual. Imaginé que Roberta había contratado a alguien para seguirme pero ¿Tan pronto? Por un instante me creí esa tontería sin vacilar pero luego me sentí una total imbécil.
-No deseo nada en especial Aida, solo quería tener un momento con usted, me resulta una mujer fascinante además, en medio de la nada, muy pocas cosas pueden mantenernos alejados los unos de los otros.
-Esa es una muy buena frase –Reí sin entender porque lo hacia. Valentino, con su suave y escrutadora mirada, me hacia asentir y no lograba rehusarme a sus ideas. “En medio de la nada” que bella frase para una historia, para un libro.
Hablamos durante toda la tarde, no hubo necesidad de ser descortés con aquel bello hombre. En verdad parecía ser una persona de buenos modales, caballero y divertido en la misma proporción. Era la primera vez que alguien me abordaba de esa manera, sin que hubiera terceros de por medio, quizás, en una fiesta en la editora o en alguna junta donde Roberta hacia de chaperon cada vez que podía. Ninguna persona se presentaba ante la señora Schult sin una cita previa.
Ya había olvidado mis modales con la gente, no todo en la vida es una presentación, una junta, edición, doblajes, traducciones, reuniones de trabajo, trabajo, escalar, mantenerse en la cima. Una persona en sus cabales no pelea por lo suyo solo para mantener una figura de si mismo, una recreación de lo que se es ante la sociedad, aunque nuestra sociedad así lo dicte. Alguna vez esa persona que sabemos está en nosotros debe salir, estallar, respirar. En mi caso “ella” era quien ahora descubría esa situación, la verdadera Aida, no la empresaria, no la escritora, sino yo.    
-¿A que te dedicas en el mundo conocido Valentino? –Pregunté sin estar seguro si convenía hacerlo. La desilusión suele ser grande para quienes esperamos demasiado a cambio de nada.
-Por ahora puedo decirte que me dedico a salir de una vida llena de ausencias. Casi todos en este barco sienten o piensan lo mismo que vos Aida. La ciudad, la gente, su ausencia y la calidad de algunos, cada cosa nos afecta, sobre todo a quienes damos mucho de nosotros. Pero a pesar de ello tengo que dedicarme a algo, supongo –Dijo sonriente- Soy una especie de coleccionista, tengo una casa de artesanías, soy algo así como… un recolector de vidas, de situaciones. Cuando viajo a lugares en el interior del país busco aquello que no se puede ver en la ciudad. Encargo cosas que me gustan en los lugares que visito. Por ejemplo; En Bahía Blanca hay un lugar pequeño, un barrio en las afueras que se llama Coronado, allí encontré una pieza que me gusto mucho, era una pequeña estatuilla de un gato con el cuello largo hecho en piedra.  El hombre que la esculpió era un viejo llamado Amado, tenía una forma particular de ver las cosas, muy especial. Me costó mucho convencerlo que me vendiera la estatuilla, supongo que se apiadó de mi el último día que estuve en Coronado, aunque también creo que se decidió a venderme su creación debido mas a mi necedad que a su bondad. Suelo ser muy molesto.
-Pero conseguiste el Gato.
-Si, así es, pero Amado se aprovecho de la situación, solo que nadie sabe en esos momentos quién se está aprovechando de quién.
-Supongo que el mundo está construido de esa manera, alguien siempre ha sangrado por sus creaciones.
-Si. Es cierto, Aida. Quién no mejor que vos para decir esto, para saber como son las cosas en el mundo. Creas historias, las unís, haces y deshaces situaciones, creas personajes y vivís sus aventuras a través de ellos hasta que al fin entregar sus vidas, sus vivencias, a un editor que tal vez las cercene sin compasión. Luego el mundo se hace eco en ellos a su manera y observas los resultados.
-Es fascinante como pones en tela de juicio la vida de gente que no existe.
-A lo mejor para vos es así. No lo sé. Pero hay personas que aprenden según las vivencias de otras personas ó respetan sus creencias basadas en un libro. No creo que puedas subestimas a ninguno de ellos, a ninguno de esos personajes a los cuales solo conocemos por libros, a su manera tienen vida, merecen ser respetados, incluso los tuyos.
-Puede ser, -Él me sonríe- quizás un día decida juntarlos a todos y los asesine para siempre, como buena villana que soy.  
-Podrías hacerlo –Rió felizmente Valentino como yo.
Ambos estuvimos allí por horas, fue una tarde bella e interesante. Creo que lo disfrute tanto como una persona puede hacerlo con alguien como ese hombre. Nos despedimos sin hacernos mala sangre, era un muchacho muy educado, su presencia dejaba en claro que se trataba de una simple reunión y nada más, no sé porque lo hizo así, soy una mujer soltera, quizás no quería causarme problemas aunque tal vez yo si estaba dispuesta a ello.
La Esperanza continuó su marcha por el enorme atlántico costeando a varios kilómetros náuticos la costa del país. Catalina está todavía muy lejos y el tiempo me parece estanco en las horas de la cena. Luego de cenar me retiré a mi camarote y me recosté algo intranquila vistiendo mi ropa. El murmurante silencio del mar y las maquinas bajo cubierta parecen un corazón golpeando las memorias de mi ensoñación.
Entrada la madrugada creí que la mar entraba por la puerta, pero me sentí petrificada, no me movía ni intentaba hacerlo. Bajo cubierta un ruido forzado pareció quebrar algún material cárnico del cuerpo del barco. Alguien gritaba, no sabia quién. Era un llamado desesperado. Pronunciaba mi nombre y yo no podía contestar. Me sentí una estatua con toda la constancia y atino de aquella inusitada situación. La Esperanza parecía un cascajo pesado intentando llegar al fondo del mar helado. Ahora la ciudad de Catalina me parece una eternidad inalcanzable.
Una gran conmoción irrumpió en mí como un poderoso golpe en el rostro. Me sorprendió terriblemente darme cuenta que, a pesar de todo, no conseguía salir de mi parálisis. Las aguas imaginarias completaban la imaginación de mi camarote al tiempo que me sentía helada, aterrorizada, aunque tranquila de algún modo. Los llamados entre las paredes, el remordimiento de las mamparas, el coqueteo de la muerte que me tomaba por los hombros, no pudo ser mas estremecedor.
Entonces, creo, fue cuando me sentí ingrávida entre las sacudidas y los tirones. De pronto el aire inundó mis pulmones, podía respirar de nuevo, como si un tibio beso liberara mi aliento, desperté.


Capítulo 8


Hacia una semana que partimos en aquella increíble maquina. Las jornadas transcurrieron como estrellas fugaces y todo pareció nuevo incluso ahora que la Esperanza se encuentra en el fondo del Atlántico. No sé que fue del resto de la tripulación, los pasajeros, los hombres y sus mujeres, solo tuve noción de hallarme con vida respirando en el tibio abrazo de un cuerpo. Contemplé a mí alrededor, la mar se hallaba serena y, junto a mí, mi gran salvador.
En ese instante de contemplación recordé pensando en cuan enorme y misterioso me resultaba la mar aquella vez primera que observe en ella. Ahora luego de tantos años me hallaba a mitad de su enormidad, a merced de su implacable destino. Gracias al cielo no me encontraba sola. Volví a desmayarme.


Capítulo 9

Él me observaba hacia rato cuando abrí los ojos. Llevaba dos días durmiendo dentro de la barca salvavidas. Me alegré inmensamente de ver a Valentino sonriéndome, pero me puse nerviosa al ver que no estábamos solos.

“Tanto va el agua al cántaro que al final la rompe”

-Hola –Dije con la garganta reseca- ¿Qué pasó?
Valentino se sonrió al igual que el extraño que estaba sentado junto a él. Ambos parecían muy agotados. Un esfuerzo sobre humano había amilanado sus fuerzas durante las horas de desastre.
-Digamos que una historia bien narrada no puede ser más calamitosa que naciendo de la ignorancia más cruel y diestra.
-Lo que quiere decir que No tenemos la menor idea. –Dijo el extraño en un tono burlón.
-¿Dónde está el resto de los pasajeros? ¿Hay alguien más?
-No –Dijo Valentino- No sabemos nada de nadie. El barco no dio tiempo de organizar nada. Cuando comenzó a hundirse salí del camarote y pensé extrañamente en nuestra charla, como no sabía si estabas o no en tu camarote quise asegurarme que pudiste salir. Me costó mucho trabajo arrastrarte entre la gente desesperada. Cuando llegamos a popa algunos arrojaban al agua balsas inflables como ésta, pero había mucho viento, los pocos que lograban subirse a ellas fueron arrastrados hacia la oscuridad. Junto con la ayuda del señor Morales conseguimos subirnos a esta balsa, lo demás fue una pesadilla.
-Si, lo fue –Dijo Morales- había mucha gente en el agua, muchos gritos y desesperación. El barco, la Esperanza, no tardo más de cinco minutos en irse a pique. Se llevó mucha gente al fondo mientras que a los botes salvavidas los arrastro el viento. Creo que somos los únicos que lograron salvarse.
-Pero eso es terrible, alguien mas tiene que haber salvado su vida –Dije nerviosa.
Valentino de inmediato se acomodo junto a mi y me abrazó.
-Tranquila –Dijo amorosamente.
-¿Cómo me sacaste?
-Con mucho esfuerzo y la ayuda de Morales.
Observé al hombre que no me inspiraba confianza, no sé porqué, no me había dado motivos para tal rechazo, sin embargo algo turbio se movía en él. Le tendí la mano y le agradecí su ayuda. Morales me estrecho la mano pero sin conmoverse en lo absoluto, me guiñó un ojo al tiempo que mascaba un chicle.
-Ahora nos queda esperar –Dijo medio sonriente- supongo que la ayuda no va a tardar otro día –Rió nervioso- ¡Mierda! ¡Que hambre tengo!
-Entonces hay que estar tranquilos y atentos –Se apresuró Valentino.
-Yo estoy tranquilo. Seguí abrazando a tu novia. Yo prefiero desquitarme puteando.
Valentino no dijo nada más y nos quedamos callados mientras Morales puteaba entre dientes su mala suerte. Después de un rato se quedó callado como nosotros.


Capítulo 10


En este momento todavía no entiendo cómo es que entre tanto movimiento, entre tanta desgracia, entre tantos agónicos movimientos del Esperanza, yo, aquí en medio del Atlántico Sur, puedo estar escribiendo este diario de viaje. Valentino me contó, al caer la noche, sin novedades del rescate, que esa fue una de las causas por las cuales mi rescate fue dificultoso. Me dijo que me aferraba a este cuaderno como si mi vida dependiera de ello. No se hasta que punto mi estupidez, o dedicación a aferrarme a una vida pasada, era tan pronunciada o poderosa. Lo cierto es que de no haber sido así, de no entregarme a los brazos de Valentino, de no ser fuerte o le importara tanto, quizás, mi extraña idiotez, nos habría costado la vida. No comprendo aun como pudo sostenerme en esa pesadilla que recuerdo en sueños como un murmullo de cosas que se rompen y rechinan, que se parten y gritan en un confuso ensueño memorioso.
En este extraño paraje de la vida, en esta situación inaudita y fantasiosa, si se quiere, no intuyo como puedo sentirme tranquila mientras escribo en este diario de viaje. Siento que todo me ha sobrepasado.


Capitulo 11


Mientras amanece vuelvo a encontrarme entre los fornidos brazos de Valentino, el duerme aún pero Morales está bien despierto y me observa como un animal que olfatea y acecha su presa desde una extraña ventaja.
-No hay señales del rescate –Dice con el ánimo turbio- cada día que pasa podemos estar alejándonos de la costa. Argentina está hacia el oeste –Señala con un movimiento de cabeza- por lo que creo, el viento, nos arrastra mar adentro. Esto es un desastre.
Valentino se despierta y me mira, luego a Morales.
-¿Qué hora es? –Pregunta roncamente.
-Son las seis treinta de la mañana, ya amaneció hace un largo rato –Escupe el hombre como quien maldice su suerte en un estado de ingratitud total- Nadie vino. Anoche, mientras los dos dormían intenté mantenerme despierto y atisbar en el horizonte, creo que al noroeste, antes de desmayarme, vi una especie de resplandor. “Con que ganas desee no quedarme dormido”
-¿Qué viste? ¿Por qué no me despertaste? –Gruñó Valentino fuera de sí- Debiste despertarnos de inmediato.
-Yo no te hago caso ni te debo nada –Se enfadó Morales- Acordate que me esforcé mucho para ayudarte con tu mujercita.
Me quedé helada al oír hablar a morales, el resplandor en sus ojos era intrincadamente aterrador. Nuestra circunstancia no tiene precedentes. Jamás en la vida espere encontrarme en esta situación, en el mar, perdida, con dos hombres, hambrienta y agotada. Desee desde el fondo de mi corazón que todo fuera una pesadilla, que ante el primer espanto me despertaría en el suelo de mi departamento de O higgins. Instintivamente sostuve a valentino por el brazo, no quería que aquello se descontrolara, parecía preparado para golpear a Morales.
-¡Sos un estúpido! –Dijo Valentino con desdén. Morales se burló como quien escucha mal chiste.
-¿Y eso porqué? –Escupió
-¿Y si era un barco? ¿Y si es el equipo de un puto barco de rescate? –Gritó con furia sin apartarse de mi lado, listo para batirse con el hombre.
-¡Estaba cansado! –Se excusó con un bramido- ¡Estaba muerto de cansancio! ¡No podía moverme! No tenia caso despertarlos ¡No tenemos nada con que hacer señas!
Valentino estaba terriblemente disgustado, colérico, solo en ese instante di cuenta que llevaba puesto su chaqueta negra y en ella la forma de un pesado bulto en uno de sus bolsillos. No se digno a decir nada sobre ello a Morales, quizás, notando que él también estaba listo para golpearlo cuando se decidieran a hacerlo. La discusión murió al instante tal y como había empezado. Los dos hombres se ignoraron de allí en más.
En ese extraño momento no dije nada, agobiada por las duras voluntades de los hombres ¿Qué podía decir que los calmara al instante? ¿Qué pudiera hacer yo para desanimarlos de atacarse, acá, en medio de la nada, sobre una balsa salvavidas? ¿Acaso podría en los días por venir siquiera decir alguna cosa que los detuviera de sus actos? ¿Acaso podría hacerlo?
Cuando llegó el medio día del tercer día a la deriva, notamos que el viento menguaba esporádicamente. No sabíamos si eso era bueno. Pronto, entre las ráfagas, distinguimos formas en el agua.
-¿Qué puede ser? –Susurró Valentino.
-No tengo idea –Dijo Morales dubitativo.
De repente ambos intentaron dirigir la balsa en dirección a los restos, intenté ayudarlos todo lo que podía pero estaba muy cansada y hambrienta.
-¡Es madera! –Gritó Morales- Son restos del barco. ¡Allí hay mas cosas!
Entre los tres intentamos asir algunos maderos pero era muy difícil. Pesaban demasiado para arriesgar la balsa y los dejamos en el agua. Pero Morales halló una que podía usar como remo. Con su fuerza, y tras el hallazgo de otro trozo de madera, Valentino y Morales remaron hacia una porción enorme de restos flotantes. Entre ellos había una variedad enorme de cosas inútiles. Todas destruidas por una indecible fuerza. Algunos restos mostraban quemadura o rasgaduras extrañas, como si una explosión los hubiera volado fuera del armazón de la Esperanza.
-¿Qué le pasó al Esperanza? –Nos preguntamos
Mientras hurgábamos entre los restos hallamos sillas de madera que aseguramos a las balsa con los cordones de nuestras zapatillas, vimos un enorme fragmento de madera que creímos parte de un enorme cuadro, muchas cajas flotaban alrededor, intentamos llegar a ellas usando los remos pero el viento las esparció mas allá de nuestro alcance. No pudimos disponer de ellos y sus secretos. Morales gritó enfermo de rabia y desesperación, como a él, nos estaba enloqueciendo el hambre y la sed. Como hacia días, luego de desahogarnos a los gritos, nos quedamos callados. Pero ello no duró mucho, un grito de horror se atragantó en mí. En el agua flotaban los cuerpos de varios pasajeros de la Esperanza, entre ellos, el del hombre que nos dió la bienvenida el día que abordamos.
-No mires más. –Sugirió Valentino- Apartá la vista.
Algunas de las personas en el agua estaban terriblemente deformadas, otras se hallaban aferradas a restos flotantes, en su mayoría, todos se hallaban boca abajo, algunos, ahogados indudablemente durante la noche. En medio de ese atolón de muerte algo reavivó el rostro de Morales. El hombre se arrojó al agua sin dudarlo un segundo desapareciendo de nuestra vista al instante.
-¡Morales! –Gritó Valentino y tras él dirigió la balsa salvavidas.
Por un instante no pude distinguir a Morales entre los restos flotantes, entre los cuerpos, las aguas sacudían y mecían todo en un vaivén mortal. Vimos que Morales asomar la cabeza y luego desapareció de nuevo, Valentino se apresuró lo mas que pudo tras el hombre que nadaba con fuerza. Entonces salió del agua boqueando sosteniendo a duras penas una caja de primeros auxilios. La arrojó hacia nosotros.
-¡Estaba bajo una de las maderas! –Jadeó asiéndose de la balsa- Hay que revisar los restos, puede que halla algo de utilidad.
Valentino no objetó la idea de Morales, ni yo, que estaba horrorosamente fascinada por el terrible momento. Mi corazón parecía un cúmulo de soledades encontradas, sentí que todo lo que había hecho en la vida no tenia merito. Que mi condición humana me había endulzado el camino hacia una situación inevitable. Pensé en la muerte y que podría ser, sin equivocarme, la persona que flotaba muerta a mi diestra. Podría haber sido ella.
Morales volvió a la balsa, estaba agotado, Valentino y yo compartíamos su cansancio. La tarde caía en la soledad del mar. Con cada suspiro de agotamiento los tres recordábamos con amargura la idea de hallarnos a la suerte imparcial del océano. Si nadie había hallado los cuerpos de esa gente con tantos escombros a la deriva ¿Cómo podrían encontrarnos a nosotros, los agónicos?
Esa idea caló demasiado fuerte en mi pensamiento. Tenía mucho miedo. No sé que íbamos a hacer. Si nadie nos descubría pronto íbamos a morir allí en medio del mar. Me sentí una estúpida escribiendo esas líneas aunque, en cierta forma, afirmó una cierta ilusión de control, una ilusión que me engañaba y reconfortaba. Me hacia pensar que es posible sobrevivir aunque la verdad sea otra y yo, me hallara más indefensa que nunca.
-No veo nada más –Jadeó Morales
-Estas agotado, subí a la balsa, no podes más –Apresuró Valentino- Ahora es mi turno de buscar.
Morales acepto de buena gana la sugerencia. Con gran dificultad Valentino tironeó de los brazos del hombre y lo ayudó a abordar. Él se arrojó cansinamente boca arriba. Luego de un momento ambos hombres llevaron la balsa hacia otra parte de los restos y allí, mi salvador, se arrojó al agua para hurgar entre los restos de la Esperanza.
Nunca me imagine una situación parecida, un lugar tan desolado y silencioso, un sitio tan lleno de nada. Nos estamos volviendo locos. Las cosas que hoy recuerdo me remontan a lugares llenos de rostros y voces, canciones que no entiendo en la distancia, observo directo a los ojos de Morales y veo una expresión extraña. Un miedo insondable lo domina. Su corazón no late y su alma parece un hueco a través de sus ojos. Es como si estuviera vacío. El miedo hace que todas las cosas sean diferentes, las convenciones sociales no se aplican en la desesperación. Ninguno sabe de lo que es capaz hasta llegado el momento. Creo que Valentino jamás se creyó capaz de salvar a una persona como yo, tan inútil, tan indefensa, tan prescindidle, sin embargo lo hizo.
No estoy segura que cosas piensa una persona con miedo, que puede sentir en un dilema semejante, o por lo menos, nunca supe que podía o no hacer si algo sucedía. Ahora, en la mar, entre la vida y la muerte, justo cuando imagino un cambio de vida, un cambio de escenario a un transitar inerte en una ciudad a años luz de este día, cuando encuentro que hay alguien mas aquí, en la vida, creo que muy a pesar de mis esfuerzos, no podré continua mas allá de estas líneas, mi mortal testamente, mi diario de muerte.      
Valentino surge de las aguas inescrutables sin nada en las manos.
-No puedo encontrar nada –Dice jadeante.
-Seguí intentando, hay que perseverar –Insiste Morales con una voz ronca mientras revisa el botiquín de primeros auxilios que dice Esperanza en la tapa.
Luego de un tiempo el viento vuelve a soplar con dirección este, mar adentro, y con ello nuestras desdichas se acrecientan. Valentino se apresura a la balsa y se deja caer sobre el piso de plástico junto a mí. Ahora nada puede preocuparme mi salvador ha vuelto. Entre tanto, Morales, continúa revisando una y otra vez el botiquín de primeros auxilios. A pesar de mostrarse un hombre corpulento, de modales simples y carácter quebrantado, examina la caja con tanta necesidad que, de verlo, me provoca la firme idea que se trata de un hombre capaz de cualquier cosa.
-Estamos muy jodidos –Dijo totalmente derrotado- No sé si van a rescatarnos.        
-No hablemos de esa forma Morales. No desesperemos. –Apresuró Valentino- Vamos a estar bien mientras nos mantengamos tranquilos.
-¿Tranquilos? ¿Tranquilos? Vos no tenés idea de cómo van a ser las cosas, si alguien no viene pronto nos vamos a morir de hambre y de sed. Eso va a pasar muy pronto.
-¡Basta! –Exploté- Basta Morales, no quiero escuchar esas cosas, me asusta demasiado estar acá, más si estas hablando de esa manera.
-¡Y vos quien te crees que sos para callarme!
-¡Basta Morales! –Lo increpó Valentino adelantándose a mí.
Entre tantas cosas, entre tanta agonía por la sed, por el hambre y la desesperanza, todo me hacia creer que aquello era, a falta de otro pensamiento, una obra trágica del destino listo para desarrollarse sobre el escenario silencioso del mar. Aunque pensé que Morales no iba a aguantar nuestra reacción así lo hizo, supongo que no quiso batirse contra ambos, algo aún lo detenía. Así como el miedo puede elevarnos a las tareas más despreciables o encomiables también marcan una suerte de fría sensatez. Pensamos todo dos veces antes de actuar. Morales se encontraba en esa situación. El hombre nos dio la espalda y volvió a escrutar el contenido del botiquín de primeros auxilios. Al fin, la tarde calló sobre el oeste del mundo, muy a pesar de todo lo ocurrido, los tres nos quedamos profundamente dormidos.

   
Capítulo 12


Hoy al despertar, no quise decir nada a Valentino, pero Morales nuevamente nos ha estado vigilando mientras dormíamos. Entre despierta di cuenta de esta verdad. El hombre nos observa con expresión lejana y esos ojos tan vacíos que hieren. Como en una vigilia mortal a la espera de quien sabe que oportunidad.
-Buenos días bella durmiente –Dijo roncamente intentando molestarme. Me observaba de reojo con las cuencas huecas como abismos.
-¿Pasa algo? –Dijo Valentino- ¿Alguien vió algo?
-¿Qué si alguien vió algo? –Roncó Morales- Si acaso me preguntas a mi Valentino tengo que decirte que no, no ví nada todavía, nadie vió nada, creí ver un resplandor en la distancia, una especie de luz, los zamarreé a los dos pero ninguno se despertó, igual sucedió muy rápido, no hubo tiempo de nada.
-¡Mentira! –Estalló Valentino fastidiado por la estupidez de aquel hombre aterrado.
-¡No estoy mintiendo! –Contestó ferozmente mientras se aferró a esa especie de remo improvisado que rescatamos del mar- ¡Si quisiera mentir diría que no aproveche el momento para revisar entre sus ropas!
Aquel relámpago de honestidad me aturdió como ninguna cosa en algún momento de mi vida. Valentino estaba consternado e inmóvil, quizás, intentando que Morales no decidiera a golpearnos.
-¿Qué dijiste?
-Ya escuchaste. Y por la cara de susto que tenés, sé que lo hiciste bien. Los estuve observando todos estos días y mentiría si dijera que no aproveche para registrarlos –Se sonrió- y la verdad me siento muy enojado contigo Valentino.
Sus palabras me aterraron de una manera cruda. Tanteé donde suelo tener mi cuaderno de viaje, ya no estaba, Morales lo tenía junto a él, como intentando congraciarse conmigo me lo tendió pero súbitamente me lo arrojó a los pies.
-No leí nada en ningún momento, lo ojeé un poco pero me dio cargo de conciencia, así que lo dejé –Hizo una mueca- Eso puedo decir de vos, Aida, pero de vos Valentino, pienso muy diferente.
-¿Qué?
-No te hagas el tonto, ya sabes de que hablo, mentiroso. –La mirada del hombre se encendió como un fuego- ¡Sos un mentiroso! La otra noche no me dijiste que tenías una bengala ¡Falso! Por tu culpa no pude señalar nuestra posición a los que navegan estas aguas de mierda ¡Falso! ¡Mentiroso! ¡Nos mataste a los tres!
No sé muy bien como pasó. Todo fue muy rápido. Morales se levantó temblando sobre sus rodillas, no sé que maldad lo mantenía de pie, pero lo hizo rápido, se abalanzó sobre nosotros. Intentó golpea a Valentino pero él esquivó el golpe que iba a su cabeza, pero en cambio, golpeó la mía.


Capitulo 13


Cuando desperté Valentino estaba al otro lado del inflable. Me miraba fijo alternándome con el agua. En sus manos sostenía la pistola de bengala. A pesar de lo aturdida que me hallaba, la sola vista de Valentino allí, solo, me espantó hasta los huesos. Sentí un pavor inmenso al hacerme a la idea que aquel bello hombre, tan atento, había sido capaz de matar a otro hombre. Aunque no me quedaban dudas que lo habría hecho en defensa de ambos, me sentía terriblemente mal, Morales solo era un hombre presa del miedo, el mismo que sentía yo ó Valentino. El más bello de los hombres, mi salvador, estaba terriblemente agotado. Volvió a observar el agua. ¿Por qué observaba el agua con desprecio?
Salí de mi ensoñación, de mis pensamientos sobre el bien y el mal, me moví lentamente, y me arrastré sobre la balsa hacia mi salvador, entonces lo vi. Estaba en el agua, con una mirada asesina. No sabía cuantas horas había pasado desde la pelea y mi desmayo. Valentino pudo reducir a Morales quitándole el madero que usaba de remo, de alguna manera, lo arrojó al agua. Supe entonces que Valentino era un buen hombre, no un asesino, luego de la pelea continuaba asistiendo a esa persona con miedo. Le permitió sujetarse de la balsa para que no se agotara.
-¿No vas a dejar que me suba? Hace mucho frío en el agua –Dijo con un hilo de rabia en la voz.
-No Morales, no vas a subir. No tenés escrúpulos y sos un cobarde ¡Pudiste matar a Aida! ¡Sos un hijo de puta! ¡No vas a subir! ¡Ahí te quedas!
-No me dejes acá Valentino –Gimoteó el hombre dentro del agua.
Observé la escena en silencio. Lo cierto era que casi me había matado con aquel golpe. La cabeza me dolía bastante del lado izquierdo, aunque no podía ver mi rostro reflejado, supe que tenía un corte, mis manos tenían sangre.
-No es profunda –Me dijo Valentino- es una herida menor, el golpe te dejo sin sentido y no supe como reaccionar, te imaginaras el resto, me alegra que estés despierta.
-Estoy bien. A pesar de todo. –Sonreí.
-Se nota Aida, seguís de buen humor, eso está muy bien.
-Me alegra que estés bien, perdón Aida, por lo sucedido, no sé que me pasó. –Murmuró jadeante Morales desde el agua. Lo observé un buen rato sin contestarle. Valentino me escrutaba como quien espera la señal de sacrificio. El pulgar abajo para hacer descender la espada.
-Está bien Morales, no me pasó nada, dejálo ahí. –Sus ojos parecían los de un cordero degollado- No discutan más, yo también estoy cansada, tengo hambre, sed y mucho miedo, como todos. Espero que alguien nos encuentre pronto, tratemos de sobrevivir esta situación, por favor.
-Si... si… Aida. Perdón. –Gorjeó aferrándose a la balsa. Al parecer Morales estaba aterrado de estar en el agua quizás pensando en las criaturas que habitan en su inmensa masa- Si… No les voy a dar problemas. Saquenme del agua por favor.
Valentino se me acercó y me susurró al oído.
-Aida, vos sabes que no podemos creerle nada a este tipo, no tiene palabra, no hay promesa en la que podamos confiar si viene de él, lo sabes, es un mentiroso y un cobarde, cuando se presente la oportunidad se va a lanzar en nuestra contra. El no está bien.
-Ya sé mi amor, pero no podemos dejarlo ahí toda la noche, es inhumano, el frío podría matarlo. No debemos actuar así.
Valentino se trataba de un hombre muy conciente de su entorno, a pesar de todas las cosas del mundo, de sus situaciones, supe que él tenía en cuenta lo que significaba dejarlo en el agua, la suerte de ese hombre estaba en nuestras manos, aunque ciertamente, aun hoy, no comprendo como pudo ser tan estúpido. Luego de meditarlo un momento más, Valentino, intercalando la vista entre el agua y mi rostro, asintió bufando.
-Está bien Aida, no somos asesinos, no podemos dejarlo pasar la noche en el agua, puede matarlo. Pero Aida, es mejor que estés atenta, no podemos confiar en este hombre. Si hay que elegir, yo elijo nosotros ¿Me entendés?
Asentí con amargo agradecimiento.
-¡Vos! ¡Morales! ¡Vamos! –Ordenó con todo el desprecio del que era capaz. Le tendió la mano- ¡Subí!


Capitulo 14


La noche pasó rápido, ya no estoy segura de los días, hace frío y el hambre me dobla. Estoy segura que Valentino y Morales se han vigilado durante toda la noche. Ahora ambos duermen agotados por la pelea.
    

Capitulo 15


Pasó el día y llego la noche. Valentino y Morales no se toleran. No se dirigen la palabra y se observan con miradas asesinas. Es como estar delante de una bomba de tiempo. No se que va  a pasar. Ya no sé hace cuantos días estamos en el agua y no hay noticias del escuadrón de rescate. Estuve mirando hacia el Oeste, como esperando ver alguna cosa, no estoy segura, veo una especie de bruma en la distancia, podría ser nada, pero sabemos que el continente está al Oeste, tal vez mañana nos pongamos a remar hacia tierra. No es difícil pensar que nos encontramos en el Atlántico, al Este de las costas del continente, manteniendo nuestro rumbo deberíamos divisar tierra en algún momento. Si no hacemos algo vamos a morir acá sobre esta balsa, de hambre o por alguna desgracia.


Capítulo 16


Creo que es el octavo día, estoy desconsolada, no puedo creer que nada de esto sea un sueño. Valentino y Morales no se dirigen la palabra. No se han movido de sus lugares en dos días, existe un ambiente de derrotismo generalizado, puedo verlo, es como si hubiéramos desistido de vivir, convencido tácitamente de abandonar la lucha, morir de una vez.
En ese momento no supe cuanto más podrían los dos hombres sostener los nervios, ambos estaban decididos a no ceder ninguna posición, ello no podía sino ser nuestra ruina.
-Valentino –Murmuré cansinamente
-¿Qué pasa Aida?
-Creo que nadie va a venir a buscarnos.
-Eso es muy posible –Jadeo con dolor
-¿Qué estas diciendo? –Preguntó Morales.
-Que es factible que nadie sepa que nos encontramos aquí, que la búsqueda se esté realizando en otro lugar. El mar pudo arrastrarnos muy lejos de donde se hundió la Esperanza. No podemos seguir esperando que vengan por nosotros. Está en nuestras manos salir de este aprieto.
-Aida tiene razón. –Jadeó Valentino observando por primera vez en día a Morales.
-Pero vos tenés la bengala ¡Usála!
-¿Para que la vea quién? ¿Vez algo mas que no sea agua? No podemos usar esta pistola sin estar completamente seguros que puede ser vista. Es la única esperanza de salir vivos de acá.
-¡Cálmense! –Dije con un dejo de amargura.  
-No me voy a calmar, no me quiero morir acá
-Nadie quiere morirse Morales –Apresuró Valentino con un tono neutro.
-Es cierto –Traté de decir sin explotar en llanto- hay que intentar algo, trabajar juntos, y lo primero que se me ocurre es remar hacia la costa. De alguna manera 
-¿Cómo? No tenemos nada, palos en lugar de remos, un par de chalecos salvavidas, esto es una mierda.
-Cálmese Morales –Advirtió Valentino.
-Pero…
-Aida tiene razón Morales, no podemos quedarnos acá, podemos remar con estos palos, hay alternativas.  
-Pero…
-Si, estoy de acuerdo –Dije tosiendo- estamos en el atlántico de modo que hacia el Oeste está el continente, Argentina está hacia allá –Señalé- el agua está muy fría pero si nos mantenemos en movimiento podemos hacer unos Km. a nado o remando, no importa, eso lo deciden ustedes, podemos descansar y nadar por etapas.
-Pero… ¡Es una estupidez!
-Podríamos salvar nuestras vidas –Repliqué con firmeza- hay muchos casos de personas que se extravían en el mar y logran llegar a tierra nadando, supongo que con la ayuda de las mareas, no sé, pero tienen la voluntad de intentarlo y eso los ha salvado, nosotros podemos Morales, estoy segura.
-¿Y el frío? ¡Eso puede matarnos! –Rezongó con los ojos inyectados de lagrimas- ¡Vamos a morir ahogados!
-Cálmese Morales –Rumió Valentino- Si te sentís mas seguro en el bote podes quedarte, yo creo en lo que dice Aida, acá tenés –Y le arrojó la pistola de bengala- No sé que vas a decidir, pero es mejor arriesgarse ahora que todavía tenemos fuerza que intentarlo más tarde cuando ya no tengamos nada.
-¿No podemos nadar tirando de la balsa?
-No Morales –Dije con tranquila- La balsa ofrece mucha resistencia en el agua, el viento sopla fuerte y la puede arrastrar hacia mar adentro, nos va a cansar enseguida. Mirá hacia allá ¿Ves esa bruma? Estoy segura que es tierra, podemos llegar.
Sobre el horizonte una bruma lejana y oscura daba la sensación que allí se hallaba una gran masa de tierra. Era posible no tenerla encuenta.
-¿La ves Morales?
-No sé… no sé… -Dijo rechinando los dientes- supongo que sí. No me gusta la idea de dejar la balsa, es espaciosa y es un punto luminoso en el agua. No creo que sea buena idea abandonarla.
-Tenés razón Morales, es muy cierto y muy posible que alguien encuentre esta balsa pero ¿Cuándo? –Dije asustada- Tengo mucho miedo de estar en un error. Soy solo una mujer con miedo que no quiere morir de esta manera. Tengo sed, tengo hambre y estoy cansada, pero tengo muchas ganas de seguir viva, si no querés intentar hacer algo por vos, es tu decisión, nadie te obliga a hacer esto. Yo no puedo seguir esperando y perder todo lo que tengo y lo que encontré.  
Valentino me sujeta del brazo y en su apriete siento que me asiste y reconforta. Él cree en las palabras que grazno mientras caen mis lágrimas. A pesar del cansancio y todo lo demás, mi salvador me apoya y eso, de alguna manera, me llena de coraje el corazón aquel nunca tuvo, haciéndome sentir que todo es posible.
-¿Cuándo empezamos? –Dice con tranquilidad. Mientras Morales nos observa de reojo a los tres, a Valentino, a mí y a la pistola.
-¡Yo no voy a ir! ¡Ustedes dos están locos!
-Entonces no hay nada que hablar –Dije sin pensar- nosotros nos vamos, intentaremos salir por nuestra cuenta, ojalá que alguien te encuentre pronto, no imagino como debes sentirte Morales, la verdad que no. No quiero dejar este mundo de la peor manera, sin intentar vivir.
Morales me miró con desconcierto, quizás, desde el lugar donde se hallaba, alguna de las palabras que dije lograron hacerse eco en él. Por un instante lo espere, estuve segura que iba a venir con nosotros, pero de pronto, sus ojos se llenaron de terquedad y un miedo insondable.
-Si quieren matarse, no los detengo, hagan lo que quieran, ¡Están locos! –Con un ademán tomó la bengala y la guardó en su chaleco salvavidas- Tómensela si quieren, yo me quedo acá, alguien va a venir, pero como no estoy loco como ustedes, cuando me rescaten voy a pedir que los busquen en esa dirección –Señaló con asco.


Capitulo 17


Roncamente Morales pareció atragantar una amarga carcajada, por extraño que parezca,  aquello significó un momento de lucidez ingrato. El cobarde siempre sabe cuando no dar el paso en falso y de alguna manera eso lo empuja muchas veces a una equivocación, sobretodo, al dejar a la suerte un posible. Morales me dió una cátedra sobre el miedo, una especie de razón, preservación, soldado que huye sirve para otra guerra. Que triste que un hombre deba ser de esa manera teniendo tanto por que vivir.
Ahora mismo Valentino y yo estamos a punto de saltar al agua para dejar atrás la seguridad de la balsa salvavidas. Espero que ésta sea una buena decisión. Estamos cansados, tenemos sed y hambre, Morales se rehúsa a acompañarnos, no podemos objetar su decisión, quizás sea mas lógico, quedarse y esperar, pero esperar qué cosa. El viento y las corrientes nos arrastran mar adentro, eso el lo único que creemos y ciertamente ocurre.
Hallarme a mitad de esta situación, entre la vida y la muerte, extrañamente, me aclara el pensamiento. Hace tiempo hubiera cambiado ciertos aspectos de mi vida, dedicarme a la escritura desde otro punto, quizás ser un amateur, vivir viajando, crear una familia, todas estas cosas, ideas, cruzan mi mente afiebrada. Las horas junto a mi salvador me han abierto los ojos a otras cuestiones, el matrimonio, vivir junto a un buen hombre, uno que me acompañe, podía haber hecho aquello junto a él, una familia, una vida simple desde hace tanto tiempo.
Ahora mismo, la señorita Schult, la escritora, la mujer reconocida por sus novelas, sus grandes imaginarios, no puede ayudarme a decidir, solo queda lo que es real, yo, Aida, la mujer delgada de treinta y tantos, solterona y reacia en su juventud a mantener relaciones muy largas o serias. La chica que pasó la mitad de su vida a la sombra de un seudónimo, respirando, construyendo una imagen y viviendo de esa fantasía.
Dicho de esta manera pareciera ser tan frívola, una mujer dedicada a una fantasía. Ahora mismo quisiera ser una mujer que no hubiera necesitado huir de su realidad para cambiarla, aunque hay cosas que no hubiera conseguido. Lo único de lo que no me arrepiento, y le da un motivo por el cual no desdeñar la decisión necesitada de huir, tiene que ver con mi salvador.
Supongo entonces que me encuentro en una encrucijada ¿Cómo puedo congeniar estas diferencias? ¿Cómo no tener el valor ahora mismo de hablar francamente con mi salvador? ¿Cómo decirle que desprecié la vida, una vida de hipocondríaca, agorafóbica, dedicada a anhelar a través de sus libros, cuentos y poemas? ¿Cómo no decirle que hoy a la suerte del mar, de la muerte, tengo fe en la vida gracias a él? Solo un extraño, mi complemento, la parte que faltaba en mí, aunque ni siquiera haya besado sus hermosos labios. ¿Cómo puedo ser tan cobarde aun hallándome en esta extraña inflexión de la vida?
A estas alturas mi corazón late apresurado, Valentino se prepara mentalmente para la ardua tarea mientras Morales nos observa con cara de carnero degollado, nos detesta, pero mas aún por dejarlo allí. ¿Qué puede pensar un hombre así? Realmente no puedo diferenciar quienes de los tres estamos mas temerosos, si nosotros por partir, si morales por quedarse. No se como va a seguir este diario, creo que Valentino solo aguarda a que yo deje de escribir. Tengo miedo de no volver a hacerlo nunca mas y que esta historia no llegue a nadie.
Observo a Valentino y él me ve con una mirada muy franca, me sonríe, sabe que hablo de él en estas líneas. Quizás por él logre llegar hasta donde sea que lleguemos, lo amo con todo mí ser y en sus ojos también veo amor. Creo que no hace falta que ninguno de los dos digamos algo.
-¿Estas lista mi amor? –Me dice sonriendo.
-Si, como nunca antes –Digo enamorada.
Nos preparamos para nadar. Estas son las últimas anotaciones. Tal vez vuelva a mi habito de escribir si mi salvador lo prefiere, sé que llegaremos juntos, nunca tuve tan fe en ello como ahora.


                                                                                                                18-01-2010

*Faltante de páginas. Hasta aquí el fragmento del diario de viaje.



Editorial Revelaciones
(2010)

ER: Fragmento de la entrevista a la señora Editora Roberta López.
R: No puedo creer que haya decidido seguir el ejemplo de esta loca. No por nada tengo ojo crítico con la gente. Siempre supe que algún día el nombre de Roberta Lucia Pérez, el nombre con que me denominaron mis padres, estaría asociado con una gran escritora. De la señorita Schult conozco su gran historia. Ella era una persona muy compleja. Su vida fue un cúmulo de certezas y sufrimiento muy grandes. Nunca le conocí un amante, al menos, en la etapa en que emprendimos nuestro primer proyecto.
ER: Supongo que eran muy jóvenes en ese entonces –Dice nuestro reportero
R: Si, muy jóvenes –Habla la mujer sin ruborizarse- Cuando la conocí era muy delgada, mas que en nuestro ultimo año juntas. Luego de las licenciaturas cada una siguió un rumbo diferente. Yo me dedique a trabajar en una editorial. Allí me pagaban por aprender de modo que fue natural que en algún momento ambas volviéramos a reunirnos, yo, como su editora, y ella como la novelista.
ER: Schult era muy diestra en su manera de escribir ¿Algo tuvo que ver su etapa juntas?
R: Para nada. Ella sabia bien que deseaba hacer, aunque algunas veces la notaba distante de su obra, como si luego de tantos años dedicados a su labor aquello ya no significara nada para ella.
ER: ¿Fue cuando comenzó a desaparecer?  
R: No, eso ocurrió más adelante, incluso nunca había hecho algo así, hasta que no supimos más de ella. Se fue sin decir nada y esa nunca fue su costumbre, por eso continúo insistiendo en su búsqueda.
ER: La justicia encontró en los peritajes que la señorita Schult había planeado un viaje. Siguieron el rastro de la tarjeta de crédito a su nombre hasta la ciudad de catalina.
R: Si ya sé. Pero nadie deja tantas cosas sin conclusión, nadie abandona una vida como la suya sin tener algo seguro.
ER: ¿Usted esta diciendo que la señorita Schult está fingiendo su desaparición?
R: ¿Cómo puede preguntar una cosa así con tanta gente desaparecida en la Esperanza? Yo no diría una cosa así nunca y, como te conozco, no te dejo hablando solo.
ER: Lamento el mal entendido. –Se disculpa nuestro periodista- La gente de los medio de comunicación esperan, como nosotros, que la señorita Schult aparezca pronto.
R: Todos la esperamos con impaciencia –Dice acongojada Roberta Pérez, editora de Art. Libros.
ER: Luego de un momento que decidimos sentarnos a disfrutar un café, la nota se pone mucho mas interesante. -Cuando supo que la señorita Schult estaba en la lista de desaparecidos de la Esperanza ¿Cuál fue su primera impresión?
R: Sentí una angustia enorme, ella, además de ser una gran escritora, es por lejos mi mas grande amiga. Exigí a través de todos los medios que continuaran la búsqueda en alta mar con pocos resultados, de todas maneras no me rindo ni me rendiré. Espero que Aida esté bien.
ER: A pesar de todos los esfuerzos, aun hasta este momento, no sabemos nada de la señorita Schult. La gente que pudo ser rescatada afirmó que los vientos eran muy fuertes la noche del siniestro. Aunque nadie tiene precisiones sobre la famosa se está, a estas horas, replaneando la búsqueda. Ayer se amplió el radio de búsqueda luego de dos semanas. Aunque con cada minuto las esperanzas de hallar con vida a la escritora son cada vez más escasas. Luego de casi dos semanas desde el accidente que tomo la vida de tanta gente en alta mar ¿Cree aun que es posible que la señorita Schult se encuentre viva?
R: No tengo la menor duda. Ella nunca se entregaría a la mar, una de sus grandes pasiones. Creo que ella lucharía con todas sus fuerzas, yo lo sé.
ER: Esperemos que se así para alivio de todos los interesados.
R: Yo lo creo. Ella se encuentra ahí en alguna parte.
ER: A estas horas aun se desconoce el paradero de la gran escritora. La gente que entrevistamos sigue a la espera de buenas noticias y el hallazgo de mas sobrevivientes del buque esperanza mantiene la fe de incontables familiares apostados en el puerto de Catalina.


Editorial Revelación
(2015)

Desde esta editorial nos hemos jactado de poseer la seriedad y profesionalismo que otros medios no han tenido al tratar la historia de la señorita Schult. Editorial Revelaciones pone en sus manos este documento único y directo. Lo que viene a continuación es una historia que hemos suavizado en cierta medida para no herir la sensibilidad de nuestros lectores. Estos escritos han sido transcriptos de su original hallado en las costas de la ciudad de Catalina. En circunstancias que no constan a esta redacción, la señora Marlena, descubridora de estos originales con forma de diario de viaje, ha encontrado gracias a la suerte las últimas palabras de la escritora Schult. Durante este periodo de tiempo, entre el suceso terrible del hundimiento de la Esperanza y esta edición, la señora Marlene ha custodiado celosamente este fragmento del diario de viaje de nuestra amada escritora con fines que aún desconocemos. Finalmente, rechazando cualquier remuneración, la señora Marlene ha venido especialmente hasta nuestras oficinas de calle corrientes a entregar en mano estos escritos a nuestra directora general la señora Roberta López. Así mismo la señora López ha informado a las autoridades pertinentes para la reexaminación de estos documentos que constan de un único diario de viaje, con faltantes de tapa y contenido inconcluso en estado perfecto de conservación. Expertos de la policía consideran este hallazgo un punto importante en la búsqueda de la escritora. Avalan la originalidad de estos documentos en su totalidad.
De esta manera mediante la seriedad de nuestra redacción y con la edición de nuestra directora general ponemos en sus manos el diario de la señora Aida Luisa Zaenz. Mientras esta edición es puesta a su alcance esperamos saber más sobre la escritora ya que nuestra directora ha dejado entre ver que es muy posible que la misma persona que entregara estos documentos sepa algo más sobre Schult. Aquí la trascripción.

                                                                                                        Editorial Revelación.