Sin Calma _29 de noviembre de 2010
En el recodo del río, entre la arboleda baja
Sobre ese sendero de piedra y corazones rotos
Como un sueño funesto y alegría de lo ignoto
Igual que perro en llanto abandonado y solo
Un corazón en ahogo imagina un escape
Entre puñado de viajes y montañas distantes
Con coloridos y sales que reanimen su pecho
Y le devuelvan el gusto, el tacto y el hambre.
Avanza en la corriente de los días que pasan
A la espera de la chispa que encienda su llama
Su mascara doliente de tranquilidad parca
Ya no detienen las lágrimas que inundan la vista
Y confunden en las distancias los horizontes con el alba
De cada mañana calcada sobre los pueblos y ciudades
Que amores y besos no consuelan en su búsqueda maldita
Entre los arrullos de su deseo, necedad y pericia.
Busca un aliento, una mano amiga, un beso fortuito
Un momento memorable que aligere la carga de una vida silente
De dientes apretados, manos en puños, una constante perdida
De aquello que ama y no concilia con la realidad viviente
Al amor que llaman bello su sentimiento desmiembra
Porque amar no ha sido si no una larga pena y padecer
A partir del tiempo primero en que supo que dolería
Desde allí ya no vive, ni respira, ni aminora la potencia de su nombre.
A. Collante
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