Melanco I _ 11 de marzo de 2012
Grandes certezas, pocas en verdad
A la sombra de los días vivos y funestos
Cuan graciosa debe ser la vista de un moribundo
Si no se trata del propio dolor, de la propia agonía.
Entenderás acaso el idioma que destierra el gesto
El ademán vencido, la paciencia en el desespero
Será quizás el mártir un inocente o solo un expiante
A quien la culpa lo endeuda para siempre.
Certezas en la vida brillan ausentes y respirantes
Como los atragantados espasmos de una lagrima
Que engendra en su atavío dulzuras y verdades
Melancolía de media noche en desmedro
Pasajes susurrantes sobre veredas góticas
Y mi maldito semblante de fumador empedernido
Se desata en los ardientes líquidos de los sin fe.
A. Collante
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