De caminos II _ 19 de marzo de 2012
Como una delgada daga de flores
Igual que el arroyo calmo de tu estancia
Presiento la vera de tus ojos
Como el alba que viene inevitable
Parecería que la piel se me enciende
Espasmos como mares enturbiados
Se me hace sed la boca
Y el tiempo me resulta maldito
Amaino los pensamientos en la ruina
Porque sé, podría no ser lo que parece
Se entiende sin mucho esfuerzo valiente
Que las flores creces sobre los corazones
Ocupan los lugares abandonados
Las respiraciones que ya no cantan
Y embellecen con el paso del tiempo
Lo que en ruina permanece.
A. Collante
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