En la noche fresca, de luna vieja
El corazón que late empuja el alma
Hasta la costa de un recuerdo fundido
Con pies mojados y el pecho en llama
La lágrima fortuita retorna a su mar
Mientras que secan las cuencas que te ven
Desde el retorno arremolinado
De las aguas que fluyen descubro
Que me he rendido a tu prosa caprichosa
Ahora ruge la melancolía que te revive
Como un corte memorioso a través de mi
Que ha dejado la hedida marca.
A. Collante
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