Buenos Aires y tormenta
Sueño y noche, pies y tierra, voz tenue en lo silente, un arroyo dulce.
Una melancolía alegórica incierta, broma del destino, juego de luces y sombras, amor en estado puro.
Busca su esencia una vez perdida, respira tristeza, me da alegría, y en el fondo de sus ojos mi reflejo.
Buenos Aires ampara en lo profundo, su línea gotea tinta y humo, sus sillas están llenas de historia y las mesas hastiadas de manos frías, cálidas, unidas.
Siento pasos interminables sobre la piedra, monumentos al ingenio humano pero perecedero, como todos, como cada uno de nosotros.
Debo estar vivo, siento pena, debo respirar, me duele el pecho, debo tener miedo, la certeza es un cuchillo afilado.
Cada palabra que decimos es un néctar delicioso, tu voz es mi drama y tu tacto una droga imperfecta, mientras estrechamos el adiós.
Tenemos poesía, drama, felicidad y tristeza, mas todo junto no explica aquello que somos.
Soy una tormenta, una brava espera, una canción pagana y mi musa, un capricho de mi pecho.
A. Collante
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