Letargo de Invierno III _ 10 de junio de 2014
El silencio, las manos quietas, me resulta demasiado
El temblor del alma, apretada entre dientes, indomable, es mucho
Como el tiempo mismo de esta tragedia que ennegrece.
Los acantilados, las montañas, se parecen tanto
Como el vacío que me espanta cuando veo sus ojos
En un suspirar perpetuo, incesante, mas allá de mi.
Cada palabra, un consuelo, que muerde la inconciencia
Para que arda al fin la pira que denote el donde estamos
Y descubrir, con esmero, que todo cambia y el silencio, mata.
A. Collante
www.poetasebusca.blogspot.com
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