Sufrimiento en su nombre – 5 de octubre 2010
En la voz trémula noto su rabia, el pensamiento marca su línea, y bajo el soporte del deseo, lo bueno y lo malo ya no difieren.
Se pavonea en la virtud de su edad, naturalmente cruel y sin moral, el dolor es mas firme, y en su calma reside su odio.
¿Como evitar el llanto, la rabia, la venganza de su dolor, si de consejos una mujer no vive, pero ese mero recuerdo vago, lo marca todo?
En el estrépito de su pena, de su herida, su búsqueda la deriva al error, y allí, en la decisión, los motivos le bastan.
Pobre mujer acongojada, lastimada, qué amor curará su la agonía, ¿Qué instrumento o ensoñación la salvaran del camino elegido?
Que dolor me provoca su presteza, su animosidad hacia lo funesto, la humillación ha hecho estragos, y de ella casi no queda nada.
Recuerdo esa tristeza en la mirada, esa alegría del encuentro, la emoción del tacto, la palabra dulce y justa.
No quedará nada de ello, de lo suyo, de lo nuestro, todo es una opaca oscuridad, en vació inmenso.
Giro la vista, la imagen me destroza, la imaginación es un cuenco hirviente, una sensación que asfixia, dolor.
No soporto la idea de su estigma, de su expiación inmediata, la manera elegida solo le acarreara mas pena, infortunio.
La grieta de su corazón, la flagelación de su espíritu, no soportará ese daño, y quedará marcada, y repetirá y repetirá hasta que sea el fin.
A. Collante
Luego de mi conversacion con Enrique.
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