Estado II _ 05 de mayo de 2012
Profundamente, deseoso, mi ensueño
Te trae desde la distancia, allí, del otro lado
Igual que una bruma que se asienta, que duele,
Y embebe el merodeo de la mente en su añoranza.
Débilmente, ansiosamente, como atraído por el canto
De una belleza de aguas turbias, donde encalla la memoria,
Allí donde todo ha perdido su forma, devaneándose en
Malogradas quejas, que tiene tu rostro, suerte mía.
Inocentemente, con los ojos vendados, las manos quietas
Libres pero presas de su miedo, que no es mas que el
Deseo sobre la piel, vocablo y palabra del músculo latiendo
Dentro de los cavernosos instintos del pecho.
Imagino ahora la levedad de las palabras, su instancia,
Aquella canción que me deshace al oírla, la caricia
maltrecha,
Los primitivos empujes que arrastran a los hombres
A las malditas rocas que nos hacen naufragar.
A. Collante
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